Un código ético para los capitanes

Jordi Alba, en el banquillo

Jordi Alba, en el banquillo / AFP

Joan Vehils

Joan Vehils

Con el paso del tiempo, repasando imágenes, viendo hechos y escuchando declaraciones, uno se da cuenta que cualquier futbolista no puede ser capitán del Barça. El paso del tiempo es cruel en muchas ocasiones, pero suele poner a cada uno en su sitio. Tanto en lo positivo como en lo negativo.

Y digo esto, porque esta semana, escuchando a Carles Puyol, tras participar en un torneo benéfico de pádel XAP, me dio la impresión que incluso fue mejor capitán que futbolista. Quizá haya sido uno de los mejores centrales de la historia del Barça o del fútbol mundial, pero en su función de capitán del Barça no tiene parangón alguno. Al menos, en estos últimos años. Es más, parece que todavía sigue ejerciendo de capitán. Todavía hoy la gente se siente más identificada con sus palabras que con la de los actuales futbolistas con derecho a lucir el brazalete con la ‘senyera’.

Un capitán del Barça debe ser impecable en sus formas dentro y fuera del terreno de juego. Debe ser modélico en sus declaraciones públicas y eso significa mojarse cuando la situación lo requiera o proteger al equipo cuando lo necesite. A todo eso, debe comportarse en su vida privada de manera ejemplar. Así que no todo el mundo puede ser capitán del Barça por muchos años que lleve en la plantilla. Ya no es una cuestión de ser titular o reserva. Puyol hace años que está retirado, pero cuando habla sigue representando al Barça. Tampoco es que Puyol sea un orador perfecto, sin embargo transmite credibilidad, sinceridad y aporta contenido. O sea, representa el sentido común en persona. Y eso es lo que espera el culé de un capitán y no que aproveche un micrófono para aclarar temas personales. Busquets y Sergi Roberto está ejerciendo de capitanes con dignidad y Piqué podría ser un buen líder si no estuviera envuelto en tantos temas extradeportivos que le impiden dar la cara sin que le pregunten por otras cosas.

Por su parte, Jordi Alba se equivoca olvidando en ocasiones que un capitán debe priorizar el bien de la plantilla por encima del suyo personal. En fin, que Xavi y la propia plantilla deberían reflexionar al respecto. Quizá la revolución deportiva iniciada también debe pasar por la capitanía. Quizá es un buen momento para empezar a pensar en dar la alternativa a Ter Stegen, al propio Lewandosky, que en cuatro días parece el líder del equipo, o a Eric Garcia, que pese tener solo 21 años, ya habla como un veterano. Eso sí, no estaría de más que le encargaran a Carles Puyol un código ético para futuros capitanes.