Jordi Alba, una víctima del sistema

Xavi habló muy claro con los que fueron sus compañeros y hoy, capitanes

El lateral sabe que ha llegado competencia, la asume pero se ve con calidad

Xavi Hernández: "A Jordi Alba le quiero en el Barça"

Xavi Hernández ha reiterado que el papel de Jordi Alba será importante esta temporada y que no le quería fuera del club / MAITE JIMÉNEZ

Carme Barceló

Carme Barceló

“Nosotros nos iremos yendo…”, decía ayer Rafa Nadal. Y se refería a su derrota, a los que ya van recogiéndose poco a poco para dejar paso a las nuevas generaciones y a los que, cómo él, se han dejado parte de la vida y de la salud mientras sumaban éxitos disfrutados por él, los suyos y los demás (que son millones). Lo tiene claro el tenista y también Jordi Alba, aunque algunos se empeñen en desprestigiarlo. Como es un futbolista que no cae especialmente simpático ni le ha reído las gracias a casi nadie, es muy probable que se haya convertido en una víctima del sistema. Porque en el mundo del fútbol también existe el concepto. No lo duden.

Xavi habló muy claro con los que fueron sus compañeros y hoy, capitanes. Estos, lo asumieron y lo entendieron. No han nacido hoy. Son veteranos de guerra. Vacas sagradas. Futbolistas que han ganado mucho -en la cuenta corriente y en el campo- pero que también han salido retratados y desenfocados en las peores fotos. Jugadores que, como el el caso de Alba han diferido pagos y, muy importante, renunciado a bonus. A dinero contante y sonante.

Puyol decía el lunes que “deben tener paciencia” pero que nadie dude ni de su calidad ni de su entrega. El problema radica en cómo gestionar el adiós. Y en eso, la dirección deportiva del Barça y su presidente necesitan un cursillo aparte. Las prisas no son buenas consejeras ni la necesitad, virtud. El lateral sabe que ha llegado competencia, la asume pero se ve con calidad y capacidad para competir por un lugar en el equipo. Hasta aquí, lo deportivo. Intentar dejarle como ‘pesetero’, en mal lugar y echarle a la afición encima por ello, es algo que Jordi y su entorno consideran que no merece. Una presión desproporcionada e inmerecida que nada tiene que ver con el rendimiento.