El caso de Robert 'Culerowski'

Lewandowski tiene entre ceja y ceja jugar en el Barcelona

Lewandowski tiene entre ceja y ceja jugar en el Barcelona / AFP

Rubén Uría

Rubén Uría

A Robert Lewandowski, desde mayo, se le ha puesto cara de RobertCulerowski’. Quiere salir del Bayern, cree que ha agotado un ciclo, quiere jugar en España, apuesta fuerte por el Barça, no quiere hacer la pretemporada con los alemanes y mientras veranea en Mallorca, espera que su actual club ceda y le traspase para jugar en el Camp Nou. El polaco ya le ha dado el “sí quiero” al Barça, está tensando la cuerda y confía en que Laporta sea capaz de sacarle de Múnich para poder debutar en Las Vegas.

Ya saben: los jugadores juegan donde quieren jugar. Incluso cuando tienen contrato en vigor y borran con el codo lo que firmaron con el brazo. A un lado, el Barça. Buscan gol, pelean para activar las célebres palancas (hemos pasado de los “panenkitas” a los “palanquitas) y confían en doblegar el orgullo bávaro con la voluntad inquebrantable de un jugador que, llegado el momento, amenaza con declararse en rebeldía. Algo que se aplaude a rabiar cuando es tu club el que quiere a un jugador y se censura cuando el futbolista es el que quiere salir de tu club. Al otro lado de la ventanilla, el Bayern. Tiene la sartén por el mango, tiene un contrato firmado, no necesita venderle, ha fichado bien- Sadio Mané, Gravenberch, Mazraoui-, y no tolera que le marquen los tiempos. Piden 50 millones. Sin rebajas. Y en cuestión de dinero, negociando, son más duros que los clavos de un ataúd.

En las trincheras, fuego cruzado. Un día raja Oliver Kahn, al siguiente denuncia Salihamidcic y para todo lo demás, está Uli Hoeness, el ex presidente que acabó en la cárcel y que no para de “rajar” contra la economía del Barça. El caso Lewandowski se ha convertido en una partida de ajedrez donde el Barça ataca con blancas y el Bayern se defiende con negras. Xavi, que suspira por un crack, que iría hasta París andando con tal de que volviera Messi, quiere a Lewandowski. El tiempo corre y pese a que el Bayern se muestra inflexible, el paso de los días refleja pequeñas grietas en el discurso germánico: hace un mes en Múnich decían que era intransferible, hace 20 que están tranquilos, hace 15 que haría la pretemporada, hace 10 que no se movería de Múnich y ahora, que esa salida tiene un precio y son 50 millones.

A cada día que pasa, a Lewandowski se le pone más cara de “Culerowski”. La ecuación es sencilla: tiempo y dinero. Al Barça no le sobra ninguna de las dos cosas, pero tiene el as de bastos: la voluntad del jugador. ¿El polaco es buenísimo? ¿Hay algún club al que no le interese un señor que ha hecho 50 goles en 46 partidos? ¿Es buen negocio pagar 50 millones por un jugador de 33 años? ¿El polaco tensará la cuerda hasta el final? La respuesta tiene dos letras, pero la palabra es una sola.