El Barça pone colorado al Real Madrid con el femenino

Martens y Duggan celebran el gol de la holandesa en Noruega

Martens y Duggan celebran el gol de la holandesa en Noruega / EFE

Ernest Folch

Ernest Folch

El Barça confirmó este miércoles con otro partido dominado a placer su histórico pase a las semifinales de la Champions femenina de fútbol, en las que se medirá al todopoderoso Bayern.

Este era sin duda uno de los grandes objetivos de una sección que, al igual que el primer equipo masculino, llevaba demasiados años sin pasar de cuartos. Curiosamente, este éxito llega en la temporada más convulsa, con un cambio de entrenador incluido, que a la postre ha resultado ser decisivo para que el equipo reaccionara tras su mal comienzo, asaltara el Wanda con un gran triunfo y certificara ayer su clasificación para la última ronda europea.

El momento dulce de este equipo coincide con el apogeo del fútbol femenino, que está logrando cifras de espectadores nunca vistas: esta temporada hemos visto casi 40 mil espectadores viendo a la Juve, más de 48 mil en San Mamés, y el récord mundial de 60 mil espectadores en el Wanda, cifras que confirman que el fútbol femenino ha empezado a recortar por fin la sideral distancia que todavía le separa del fútbol masculino. 

El club blaugrana sabe que un club de su historia y prestigio más pronto que tarde deberá plantearse llevar el fútbol femenino al Camp Nou e intentar el asalto al brutal récord que se registró en el Wanda, pero sabe también que, más allá de todos los deberes que tiene pendientes, lleva muchos años trabajando en la buena dirección y que puede empezar a recoger los frutos de todo lo que ha sembrado.

Porque, también en el fútbol femenino, el Barça gana por goleada al Real Madrid, pero en este caso por incomparecencia de su rival, que tiene que ponerse colorado cada vez que se habla de fútbol femenino. Florentino sabe que si impulsara ahora un equipo femenino tendría que perder lógicamente muchos partidos contra el Barça antes de poder ganarle, y se encuentra con un dilema diabólico: perder contra el Barça o pasar vergüenza por no tener fútbol femenino. Es decir, susto o muerte.