Lamentable adiós a la Liga

Dembélé, durante el partido

Dembélé, durante el partido / LALIGA

Lluís Mascaró

Lluís Mascaró

El Barça se despidió ayer, oficialmente, de la Liga. Aunque ya hace semanas que el título se antojaba una misión imposible. Después de la milagrosa remontada (llegó a estar a -12 puntos del Atlético en el mes de diciembre), el equipo blaugrana sufrió miedo escénico y desaprovechó su gran oportunidad de ponerse líder en solitario del campeonato con la dolorosa derrota ante el Granada (1-2). A partir de ese momento, todo fue un despropósito que culminó con el ridículo empate en el campo del Levante (después de ir ganando 0-2). El partido de este domingo frente al Celta solo era un trámite a la espera de una doble carambola que, lógicamente, no se dio. Pero el Barça ni siquiera fue capaz de ganar en su despedida del Camp Nou. Al contrario. Cayó derrotado de forma triste (1-2) y volvió a demostrar la fragilidad de un equipo que ha dejado escapar esta temporada 19 puntos de su estadio. Unos lamentables registros (los peores desde la campaña 2003-04) que evidencian el pésimo nivel blaugrana.

El sueño del doblete Copa-Liga nos distrajo durante un tiempo de la auténtica realidad de un Barça mediocre. Un Barça que solo ha sumado 1 punto de 12 contra sus rivales directos en la lucha por el título (dos derrotas contra el Madrid y una derrota y un empate contra el Atlético) y que fue humillado, un año más, en la Champions. Un Barça que, a pesar de los esfuerzos de Koeman, da para lo que da. Como ya anunció Messi hace meses. Nadie hizo caso al crack argentino y el resultado es el que es: una Copa balsámica pero que no sirve de excusa para retrasar aún más la auténtica revolución pendiente. Que no pasa, por supuesto, por echar a Koeman, sino por una profunda limpieza del vestuario. Este Barça, esperemos que con Messi (que ayer certificó su octavo Pichichi, el quinto consecutivo), debe avanzar hacia el futuro con muchos cambios. Apoyado en la veteranía y la excelencia del mejor jugador del mundo y de la historia y en la ilusión de los jóvenes. Sobran demasiados futbolistas. Entre los que han agotado su ciclo y los que nunca han tenido calidad para jugar en el Barça, más de la mitad de la plantilla debe ser sustituida. Habrá que fichar mucho y bien... aunque con poco dinero. Y esa será la gran misión de Laporta: construir un equipo campeón con una economía de guerra.