MI VERDAD

Atropello al sentido común, ataque a la libertad de expresión

El Barça no quiere ni puede limitar la libertad de expresión de los socios

El Barça no quiere ni puede limitar la libertad de expresión de los socios / sport

Josep Maria Casanovas

SE IMPONE LA LÍNEA DURA. La política de despachos del Barça encaja otro revés sonado. La UEFA, como antes sucedió con la FIFA, se ensaña con el club campeón de Europa y le impone una nueva multa. Es un atropello al sentido común, una violación a la libertad de expresión, un castigo inaceptable. En un acto de buena fe, el Barça decidió pagar la primera multa impuesta por las esteladas mostradas en la final de Berlín. La estrategia de ir con el lirio en la mano ha sido un fracaso. La vía diplomática, diálogo y negociación ha quedado desautorizada. La UEFA tenía dos opciones. El bando político era partidario de no hacer nada, mirar hacia otro lado y archivar el expediente abierto el día que el Camp Nou recibió al Bayer Leverkusen. Al final se ha impuesto la línea dura, la tesis jurídica, aplicar el artículo 16.2 a rajatabla. De nada ha servido la pedagogía realizada en Suiza por los ejecutivos del club explicando por activa y por pasiva que la estelada no es una bandera política, no representa a ningún partido y no está prohibida. La UEFA no entiende de sentimientos ni ilusiones. Aplican su justicia sin importarles nada más. Después del primer bofetón el Barça puso la otra mejilla y ha recibido otro cachete. No queda otra solución que cambiar de táctica, presentar recurso y llegar hasta el final, hasta la justicia ordinaria si es necesario.

DIFÍCIL SOLUCIÓN. El Barça se considera una víctima y pasa al contraataque. Presentarán recurso al Comité de Apelación conscientes de que no les harán ni caso. Apelarán al TAS aunque experiencias anteriores no han sido positivas. Y están dispuestos a llegar a la Corte Federal Suiza y a Estrasburgo si hace falta. Es una cuestión de orgullo, de dignidad. Esta segunda sanción se considera una provocación, un insulto. Los seguidores del Barça que llevan la estelada se manifiestan de forma cívica, pacífica y democrática. El problema es que la UEFA no se baja del burro aplicando el reglamento sin cintura ni sensibilidad. El Barça no quiere ni puede limitar la libertad de expresión de los socios. La estelada se ha convertido en la bandera de un deseo de la misma manera que el minuto 17 y 14 segundos es un grito de esperanza. El próximo partido de Champions en casa puede ser un clamor contra la UEFA con un Camp Nou repleto de esteladas. Si nadie lo remedia, se está fraguando la tercera multa. Estamos frente a un conflicto de difícil solución ya que los reglamentos chocan con los sentimientos.