Atar a Fati es una clara declaración de intenciones

La eclosión de Fati ha sido uno de los regalos inesperados que ha dejado la temporada. No hay duda que se trata de un futbolista diferente y triunfar desde la Masia deja aún mejor sabor de boca. Fati ha llegado para quedarse. Ya lo demostró en sus primeras jornadas como titular dejando alucinado al mundo del fútbol por su rapidez, desparpajo y técnica. Y era evidente que un futbolista tan llamativo iba a captar la atención de equipos importantes y huérfanos de futbolistas que dan un plus de magia a los equipos. El United, como podía haber sido cualquier otro, sabe que Fati puede convertirse en uno de los mejores jugadores del mundo en poco tiempo y una inversión ahora, por muy fuerte y arriesgada que sea, puede acabar siendo un regalo para mañana.

<strong>El Barça ya renovó a Fati </strong>pensando que debería mejorarle el sueldo en pocos meses. Es de esos chicos a los que los contratos se le quedan cortos, pero el club planificó bien su futuro. Ahora, el Barça tenía dos opciones: o quedarse parado y mantenerle el sueldo a la espera de que alguien pagara los 170 millones de euros de su cláusula, o moverse y blindarle de forma definitiva para tapar cualquier salida en los próximos años.

El club blaugrana podía haber especulado e, incluso, aceptado una propuesta superior a los 150 millones de euros. En un año de crisis económica acuciante era una opción hasta defendible, pero han querido dar un mensaje al mercado. Fati se queda porque el proyecto debe pasar, a partir de ahora, por las apuestas jóvenes tanto de fuera como de la casa. El Barça prepara una revolución de plantilla espectacular para el próximo curso, con la llegada de futbolistas de menos de 22 años y Fati está llamado a ser uno de los máximos protagonistas. Venderle hubiera sido un paso atrás inexplicable. Retenerle es una clara declaración de intenciones.