La asamblea de Joan Laporta, Eduard Romeu... y Jordi Moix

Moix, durante su comparecencia

Moix, durante su comparecencia / DAVID RAMÍREZ

Toni Frieros

Toni Frieros

Hay que lamentar, un año más (y van...) la bajísima participación de los socios compromisarios en la asamblea celebraba ayer en la tribuna del Camp Nou. Una gran idea, por cierto, en esta época en la que hay que respetar, todavía, la distancia social. Reitero que si el futuro del club lo tienen que decidir 700 socios en una entidad que es propiedad de más de 140.000, vamos mal. Es un problema endémico y urge, por lo tanto, que el FC Barcelona se modernice y esté a la altura de los tiempos. Es imperativo que en cuanto sea posible, se implemente el voto electrónico. Así se conseguirá un FC Barcelona más justo, equitativo, transparente y democrático.

Y vaya desde aquí mi tirón de orejas a esos más de 3.600 socios compromisarios que no cumplieron con su obligación moral y social de representar al resto de barcelonistas en la Asamblea. Es una vez al año y ni siquiera son capaces de hacer ese esfuerzo. Mal, muy mal. La Asamblea de ayer tuvo un nombre propio, un vencedor absoluto: Joan Laporta. Fue sencillamente impresionante el enorme poder de convicción que exhibió y desplegó en todas y cada una de sus intervenciones e igualmente la inteligencia emocional con la que se expresó en los puntos del orden del día en los que intervino para acabar de convencer a los compromisarios. Todos sabíamos que Laporta es un ‘animal comunicativo’, pero lo que hizo ayer superó con creces lo que habíamos visto anteriormente: fue capaz de hablar durante minutos y minutos sin leer un solo papel, ofreciendo un discurso sólido y lleno de contenido mirando al tendido, es decir, a la tribuna donde se sentaban los socios.

Cuando Laporta dice que manda él y que el club tendrá un liderazgo fuerte, no desbarra. Y además, tengo la convicción de que ha sabido elegir muy bien a su vicepresidente económico, Eduard Romeu. Un gran desconocido para el barcelonismo y para el periodismo que ayer tarde se convirtió en una gran sorpresa para todos. El día que el socio le puso voz y cara, Romeu dio una lección de sencillez, demostrando que los temas económicos se pueden explicar bien y entenderlos mejor. Se comportó como un profesor que se dirige a su alumnado en clase, de forma didáctica y empática. El Barça está en buenas manos. Y dijo una verdad como un templo: hay que confiar en su gestión porque él/ellos, es/son los máximos interesados en darle la vuelta a la delicada situación económica: “Nos jugamos nuestro patrimonio personal”, dijo Romeu. Así es. Cada mes tiene que pagar los intereses por el aval suscrito y si no cumplen, podría perder lo que ha garantizado con sus propiedades, acciones o dinero en efectivo.

La Asamblea tuvo otro nombre propio y protagonista: Jordi Moix. Ante todo hay que aplaudirle la valentía que mostró por dar la cara en unos momentos donde los miembros de la junta de Bartomeu no están muy bien vistos ni valorados. Escuchó silbidos, pero supo mantener la compostura y fue permanentemente apoyado tanto por Laporta como por Josep Cubells, secretario de la junta. Sin desmerecer un ápice la intervención de Moix, tenía que haber subido al estrado Bartomeu. Él tenía que haber defendido a capa y espada su gestión. Pero claro, el ‘Barçagate’ pincha mucho y no era cuestión de vivir una afrenta pública. Espero que para la Asamblea de octubre, el club haya trabajado ya en un plan para que sea más representativa. En pleno 2021 no podemos seguir así.