Alonso vuelve a pensar en rojo

Alonso, este jueves en el circuito de Marina Bay

Alonso, este jueves en el circuito de Marina Bay / EFE

Josep Lluís Merlos

Josep Lluís Merlos

 En rojo. Pero no en rojo Ferrari, si no en el rojo con el que uno anota en su agenda las fechas de las que no puede olvidarse jamás. Así es como probablemente debe tener marcado este fin de semana en su agenda Fernando Alonso.

Puede que el GP de Singapur sea la (teórica) última ocasión de esta temporada para que el piloto asturiano disponga de las mejores oportunidades de materializar la anhelada, esperadísima y comentadísima trigésimo tercera victoria de su palmarés.

Las condiciones del trazado del Marina Bay parecen ajustarse estupendamente bien a las características del Aston Martin que pilota. O al menos eso parecía a principio de temporada, como en Mónaco donde a punto estuvo de hacerse realidad el sueño del español. O como en Budapest, en un trazado talismán para él, aunque en esta ocasión nada jugó a su favor.

A principio de temporada sólo el AM23 parecía capaz de postularse como la alternativa a los abusones Red Bull, que se mostraban ante los ojos de todos como “el primo de Zumosol” de los de verde. Bueno, más que el AM23 en general, al menos el de Alonso con esos bestiales e inesperados seis podios en las ocho primeras carreras del año que nos hicieron creer que ese monoplaza había sido ensamblado en Lourdes y no en Silverstone. Y matizo “el de Alonso” porque por mucho que nos quiera vender la moto Mike Crack, el Team Principal del equipo Aston Martin, la conducción del Nano y la de su compañero de equipo, Lance Stroll, no son “tan iguales” como él afirma.

En Zandvoort volvimos a ver el coche de principio de temporada… hasta que llegó el bache iniciado con la carrera de Montmeló (con el paréntesis que supuso la alegría del segundo en Canadá). Ahora está por ver qué coche tendremos en la noche asiática.

Según algunos analistas, la caída de rendimiento del coche británico vino por la entrada en escena de las nuevas carcasas de neumáticos. Algo que le perjudicó en la misma medida que resultó revitalizante para los Mercedes, McLaren o Alpine.

Pero según otros, el gatillazo apareció cuando alguien denunció unas supuestas irregularidades en el alerón delantero de ese monoplaza, y los comisarios técnicos de la FI A pusieron su lupa en él. Entre los abonados a esta teoría: Toto Wolff, que criminalizó al Aston Martín para señalar a Red Bull, el objetivo real de su chivatazo.

La prueba del algodón puede llegar este fin de semana, cuando entre en vigor la nueva normativa técnica -sí, en pleno partido, en el epicentro de la temporada; ya ven- que regula con mayor inclemencia la flexibilidad de los apéndices aerodinámicos de los coches.

Hablando en plata: un intento a la desesperada de poner freno a los Red Bull para que la exhibición tiránica, hegemónica y casi despótica de Max Verstappen pase a mejor vida para intentar ponerle un poco de condimento a la lucha por el puesto de cabeza de cada carrera. Y matizo “de Max Verstappen” porque lo de Checo Pérez esta temporada es digno de un análisis en “Cuarto Milenio”. Misterios sin resolver, pese a que el mexicano sea segundo del campeonato de pilotos.

Y no quiero darle la razón con el matiz a Helmut Marko, que metió la pata hasta el fondo cuando dijo que Checo era incapaz de concentrarse por ser latinoamericano. Claro que luego el asesor de Red Bull pidió disculpas. Supongo que cuando se acordó de Fangio, Fittipaldi, Senna o Piquet .

Singapur llega caliente, por la temperatura, pero también por lo que promete. Tanto por lo que pueda pasar en la pista como por lo caldeado que han dejado el paddock algunos team principals con sus declaraciones dignas del más puro bocachanclismo.

O por la “movida” con la ceremonia vudú que Felipe Massa está invocando últimamente en su intento de resucitar los espíritus del “Singapurgate” del 2008.

Como dijo aquel: “¿Por qué no te callas”? Salgan, corran… y cállense ya.