El aire de Pedri

Pedri y Ferran Torres bromean ante Sergi Roberto en el último entrenamiento en Arabia

Pedri y Ferran Torres bromean ante Sergi Roberto en el último entrenamiento en Arabia / Valentí Enrich

Juan Cruz

Juan Cruz

Especialistas en adivinar que el Barça irá a peor en cuanto se llega a los tres minutos del partido veían anoche, y lo contaban, una debacle posible, atendiendo al viejo adagio de Sinuhé el Egipcion. “Así ha sido y será siempre”.

Sufro con los agoreros, pues siembran la visión del partido con el humo de su descontento, disfrazado de patriotismo, futbolístico. Para que no fuera verdad lo que temían, o lo que decían temer, el Barcelona puso en el campo algunas diabluras que son propias de genios, y aunque se hiciera esperar ese factor de inteligencia se hizo presente.

El gol de Lewandovski fue un desmentido a su inacción, o a su ausencia, que es aún peor insulto, y el del joven Yamal fue un ejemplo de inteligencia sentiente, la que proviene de las ganas, de la voluntad, de jugar. Este chico, como Pedri, está hecho para que el juego sea una forma de alentar la calidad hasta que el resultado se hace presente. Su gol, como el de su compañero más veterano, fue un acto de convicción, de elegancia y de gusto por el juego.

Estas últimas calidades no se deben tan solo a la inspiración individual, sino que vienen de una convicción iluminada por el amor a lo que están haciendo. Y el que inspira esta voluntad que requiere luego el chut adecuado es Pedri, cuyo aire sacó al Barça del marasmo al que se referían los agoreros cuando, a los tres minutos, ya sugerían que el Barça iría a peor. Fue a mejor. Ese aire de Pedri, junto con el de De Jong, revirtió la sensación de desgracia y el Barça al fin cantó un dos a cero con el que ahora puede viajar con la cabeza aireada que proclama la alegría de su vuelta. 

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