El descomunal cabreo de Tite
Las cámaras cazaron al seleccionador brasileño increpando a los agentes que interrumpieron el superclásico
Tite, así como la CBF, no comprende por qué la Vigilancia Sanitaria no actuó los días previos al Brasil-Argentina
"Tenéis 24 horas antes del partido, tenéis 72 horas antes del partido... y lo hacéis en la hora del partido". Tite, fuera de sus casillas, vociferaba a los integrantes de la Agencia Nacional de Vigilancia Sanitaria (ANVISA), acompañados por integrantes de la Policía Federal, que acababan de interrumpir el Brasil-Argentina, de clasificación para Catar 2022.
El seleccionador brasileño exteriorizó vehemente su cabreo por la actuación de las autoridades locales, que habían acudido al estadio del Corinthians a detener a los cuatro jugadores argentinos que residen en Inglaterra (Emiliano Buendía, Emiliano Martínez, Cuti Romero y Lo Celso), para ser deportados por supuesto incumplimiento de las normas sanitarias vigentes.
La suspensión del superclásico fue la gota que colmó el vaso de la paciencia para una semana nada fácil para el técnico gaucho. Los reveses se habían iniciado el lunes pasado cuando se materializó el boicot de los clubes ingreses, con el apoyo de la Premier League, a ceder nueve jugadores brasileños para disputar la triple jornada sudamericana de clasificación para el Mundial. "No nos están dejando competir con igualdad de oportunidades", se quejó el seleccionador.
Por su fuera poco, el miércoles el Zenit de San Petersburgo se descolgó exigiendo la repatriación de Malcom y Claudinho. La CBF mostraba su indefensión y apelaba a la FIFA para que aplicara la norma y los castigos consecuentes. Brasil ganó a Chile (0-1), pero jugó mal, muy mal y Marquinhos fue amonestado por lo que se perdía el partido con Argentina. A Neymar lo cosieron a críticas por su supuesto sobrepeso, que enmascara su bajo estado de forma en el inicio de temporada.
Con una pareja de centrales reserva (Lucas Veríssimo y Eder Militao) y un equipo mermado sin los 'ingleses', Tite había preparado a conciencia un partido en el que quería reivindicarse tras la pérdida de la final de la Copa América, y las dificultades extracampo que estaban ahogando esta semana su trabajo. Y, en eso, que apareció la Vigilancia Sanitaria y todo se fue al garete.
Suspendido el encuentro, Tite, mucho más tranquilo, departió con su homónimo Lionel Scaloni y con Leo Messi, que habían ido a comunicar que o jugaban todos o se iban a Buenos Aires.
Con el chip puesto en el partido del miércoles al jueves contra Perú, en Recife, Tite aprovechó la bochornosa suspensión para realizar un entrenamiento sobre el césped de la Neo Química Arena, delante de los 1.500 invitados de la CBF, que habían en las gradas. Fue el punto final de una jornada negra para olvidar.
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