Mena, el 'Robocop' del Enduro

Su historia habla de la dureza de un deporte que le apasiona. Oriol disputa mañana el Enduro Indoor de Barcelona

Con 24 clavos y cuatro placas en el rostro, Oriol Mena se autodefine como "el hombre de hierro" del Enduro. Este piloto de 21 años de edad, promesa en ciernes de la especialidad, tiene la suerte de haber vuelto a la acción pese a sufrir el 16 de abril de 2007 un brutal accidente en el que se partió literalmente la cara. Mañana domingo a Oriol, que no duda en aderezar con cierta dosis de humor sus contratiempos, lo veremos en el Sant Jordi, disputando con los mejores pilotos del mundo el décimo Enduro Indoor de Barcelona porque, como él mismo asegura, "no hay quien me pare".

"Fue en Almería, en el Campeonato de España cuando choqué frontalmente con Micki Arpa", recuerda ahora que ha conseguido recomponer su cara sin más señales del accidente que la que el ancho de su tabique nasal delata, más parecido al de un boxeador que al de un piloto de motos. En Palomares, en la disputa de la tercera prueba del Nacional, a poco de terminar la primera especial cronometrada del tramo, Micki Arpa se desorientó tras golpearse la cabeza contra un árbol, reculó y sin saberlo "marchó en contradirección" en el mismo instante que Mena llegaba sin poder evitar el choque. "Suerte del casco, sí. De no ser por él no sé lo que hubiera pasado, pero aún así el choque al ser frontal fue brutal". Arpa no sufrió más que leves traumatismos en el hombro y las costillas. A Mena lo evacuaron de urgencia con la inquietud propia del momento por las posibles secuelas de pronóstico incierto.

"Salí del quirófano con la boca cosida y recuerdo que sin apenas poder hablar lo primero que pedí fue un bocadillo de jamón del hambre que tenía", evoca. Para poder dar un bocado, sin embargo, tuvieron que pasar antes algunos días, pero si algo no pudo refrenar fue su impaciencia y pronto "le pregunté al doctor cuando me podría volver a subir a la moto. La respuesta fue que debía tomármelo con tranquilidad y que al menos debería esperar al próximo año".

Con una placa en la órbita del ojo, otra en el tabique nasal, una tercera en la mandívula y la cuarta en el maxilar, sujetas todas por 24 clavos, es fácil imaginarle como un 'cyborg', lo que en el cine de ficción descubrimos viendo 'Robocop' o 'Terminator', esos organismos cibernéticos, criaturas medio orgánicas y medio mecánicas, creadas con la intención de mejorar las capacidades del organismo utilizando tecnología artificial. Como él mismo bromea "yo sólo acostumbro a tener problemas para pasar los controles de los aeropuertos". Es más, una de sus mayores secuelas ha sido la pérdida de visión del ojo izquierdo. "Para la operación me tuvieron que cortar los nervios ópticos de ese ojo y ahora me defiendo sólo con el derecho. Veo muy poco por el izquierdo, pero me han dicho que iré recuperando la visión poco a poco".

"Forma parte del juego", dice justificando su mal trance. "Mi madre, sobre todo, me dijo que me lo repensara, pero la moto es mi pasión, el domingo estaré en el Sant Jordi y espero seguir sintiéndome aún más orgulloso de lo que siga haciendo". Como cuando sólo seis meses después del accidente se marchó a Chile para participar en los Seis Días de Enduro como integrante del equipo junior junto Cristóbal Guerrero, Lorenzo Santolino y Carlos Andreu, adjudicándose la victoria. "El médico me dijo que estaba loco".

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