Polinizadores en peligro

El 75% de la producción agrícola de la UE depende de las abejas, que están en fuerte declive

Entre las principales causas figuran la destrucción de sus hábitats y el empleo de pesticidas

El 46% de los abejorros está amenazado de extinción

El 75% de la producción agrícola de la UE depende de las abejas

El 75% de la producción agrícola de la UE depende de las abejas / Agencias

Ana Tuñas Matilla/EfeVerde

Los expertos llevan años alertando del declive de las poblaciones de abejas y proponiendo alternativas para ayudar a los grandes polinizadores del planeta, sin los que ir al supermercado no sería lo mismo y a los que, además de restaurando su hábitat natural, también podemos apoyar desde balcones, terrazas, parques o solares de ciudad.

Entre las causas que minan la existencia de las 20.000 especies de abejas que se calcula que existen en el mundo, destacan la destrucción y degradación de su hábitat, la extensión de los monocultivos, el abuso de herbicidas, fungicidas e insecticidas, la llegada de especies exóticas invasoras y efectos del cambio climático, como el aumento de la temperatura y la sequía.

Frenar esos factores debería ser prioritario para la Humanidad, aunque sólo sea por "egoísmo", pues gran parte de la producción de alimentos depende de estos insectos, sin los que desaparecerían muchas clases de frutas y hortalizas y otras verían descender su producción en picado, lo que incrementaría enormemente sus precios.

Las abejas son fundamentales para los cultivos

Las abejas son fundamentales para los cultivos / Agencias

La importancia de la polinización de las abejas

La Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO) calcula que, de las 100 especies de cultivos que proporcionan el 90% de los alimentos en todo el mundo, 71 son polinizadas por abejas.

Sólo en Europa, polinizan el 84% de las especies vegetales y el 75% de la producción agrícola y su valor económico se estima en 14.200 millones de euros al año, según datos de la Unión Europea.

Hasta cultivos de invernadero, como tomates o pimientos, son polinizados por abejorros que se introducen de forma artificial, sin cuyo trabajo, la producción caería en picado.

Distinción entre abejas

Entre las más de 20.000 especies que existen, hay que diferenciar entre la abeja de la miel, a la que se mima, y las otras 19.999, calificadas como "silvestres" y a las que no cuida nadie, ha explicado a EFEVerde el investigador de la Estación Biológica de Doñana-CISC, Ignasi Bartomeus.

Aunque la abeja de la miel padece los problemas típicos asociados a cualquier otra "ganadería", como enfermedades o falta de recursos, a nivel de especie no está en peligro porque sus poblaciones se mantienen "artificialmente" ante el creciente interés por la apicultura (miel, polen, cera...).

Peor lo están pasando las silvestres. En los últimos tres años, la producción de flores, su alimento, ha bajado mucho por la sequía, y, además, estos animales se ven muy afectados por el calentamiento porque la mayoría carecen de sistemas internos para regular su temperatura y, por tanto, su ciclo de vida depende de la temperatura exterior, ha añadido.

Entre las consecuencias, pues que ante un febrero cálido emerjan antes de tiempo y mueran poco después con la llegada de nuevas heladas en marzo, o que abejas y flores se descoordinen.

Los datos indican que hay pocas especies capaces de adaptarse a zonas urbanas y agrícolas y otras muchas "perdedoras", cuyas poblaciones están bajando, según Bartomeus, que ha advertido de que para cubrir toda la flora se necesita una gran diversidad de abejas.

Las flores de tomate necesitan que la abeja las vibre para liberar el polen, algo que no puede hacer la abeja de la miel, ha dicho a modo de ejemplo, tras recordar que aunque los cultivos son capaces de producir frutos sin polinizadores, sin ellos, la producción baja mucho.

Una abeja recoge polen de una flor en una zona urbana.

Una abeja recoge polen de una flor en una zona urbana. / Archivo EFE/BARBARA WALTON

En peligro de extinción

Se calcula que en Europa, más del 9% de las especies de abejas está en peligro de extinción y que, a nivel global, el 46% de los abejorros (polinizadores más eficientes) está amenazado, lo que tiene "enormes" consecuencias para ecosistemas y agricultura.

No obstante, estamos a tiempo de revertir la situación siempre que se trabaje en la recuperación y conservación de hábitats naturales, se apliquen mejoras en la agricultura y se las apoye desde las ciudades, según la profesora e investigadora de la Universidad Complutense de Madrid, Concepción Ornosa.

En agricultura, las buenas prácticas pasan por restringir al máximo el uso de químicos y nunca aplicarlos cuando las flores están abiertas o por dejar que la flora silvestre crezca en pasillos y lindes "para que vuelvan los polinizadores", lo que, a su vez, redundará en un mayor rendimiento de los cultivos.

La clave, incentivar a los agricultores y ayudarles económicamente en la aplicación de esas buenas prácticas, porque sin las abejas faltarían muchas frutas y verduras y otras dispararían su precio por la caída de la producción.

Medidas simples y baratas

Desde las ciudades también se puede favorecer a las poblaciones de abejas con medidas muy simples y, además, baratas.

La primera, evitar en los espacios verdes urbanos plantas que no gustan a la mayoría de abejas, como las fabáceas y gramíneas, y apostar por otras que las atraen irresistiblemente, como determinadas aromáticas, leguminosas, flores silvestres y frutales.

Las buenas prácticas pasan por restringir al máximo el uso de químicos y dejar de segar las erróneamente llamadas 'malas hierbas'

Esta acción se puede trasladar también a balcones, terrazas o ventanas, en los que habría que reducir la presencia de flores "non gratas" para los polinizadores, como geranios, claveles y rosas, y elevar la de lavanda, tomillo, romero, cilantro, malvas o comino, entre otras.

Otra medida fácil y económica: dejar de "segar" parques, jardines y solares públicos y privados cuando las mal denominadas "malas hierbas" están en flor.

"Hay que dejar que se sequen solas y ahí es cuando ya se pueden quitar. Mientras tanto, generan grandes beneficios a las abejas, así como a las propias plantas que habrán producido semillas", ha afirmado Ornosa.

El 46% de los abejorros está amenazado.

El 46% de los abejorros está amenazado. / Agencias

Crear conciencia

Esas medidas "de ciudad", aunque son una pequeña gota en el inmenso océano que es la conservación de la biodiversidad, al menos, "sirven para crear conciencia y eso puede ser una punta de lanza importante que anime a las administraciones a implicarse en acciones mucho más eficaces", ha apuntado el experto de la Universidad de Salamanca, Felix Torres.

En su opinión, se necesitan más campañas de concienciación para que la población deje de pensar en que "falta cuidado" en jardines o solares para pensar en que se está "favoreciendo" la biodiversidad.

"No se trata de abandonar los jardines, sino de cambiar de concepto, de pasar del impoluto jardín francés al más asilvestrado prado británico", ha añadido.

En cuanto a la agricultura, afortunadamente, ya son muchos los agricultores que están tomando medidas porque se han percatado de los valiosos servicios que prestan las abejas y cómo su escasez está directamente relacionada con el descenso en la producción de los cultivos, ha concluido.