Sergio Ibáñez, una vida en naranja que ya luce una plata

Llegó y perdió la final de -66 kg en un combate que acabó con polémica

El aragonés es un fenómeno que compite en convencionales y adaptados con un alto rendimiento en ambas categorías

Sergio Ibáñez, subcampeón paralímpico de judo categoría -66 kg.

Sergio Ibáñez, subcampeón paralímpico de judo categoría -66 kg.

Àngels Fàbregues

Àngels Fàbregues

Lo de Sergio Ibáñez es algo que va más allá de cumplir un sueño. Llegar a tus primeros Juegos Paralímpicos con 22 años y ganar la medalla de plata es para quitarse el sombrero, aunque tal y como fue el combate el aragonés tardará en poder valorarla en su justa medida.

Ibáñez, con una deficiencia visual del 79%, se ha consagrado como uno de los mejores judokas del panorama nacional tanto a nivel de judo adaptado como en el absoluto, donde se proclamó subcampeón de España. En el espectacular Nippon Budokan, se regaló una sensacional jornada que le llevó hasta el último combate en la categoría -66 kg. donde se midió al usbeko Uchkun Kuranbaev.

Decisión polémica

Fue un combate muy táctico, igualado, complicado, tenso y en el que Sergio acabó perdiendo tras una polémica decisión, tan polémica que ni el propio uzbeko celebró el triunfo de entrada pensando que el Waza-ari se lo habían dado al español. Pero no fue así. Sergio y su entrenador no entendían nada y pidieron revisión, pero nada hizo cambiar de opinión al árbitro y la medalla de oro ya tenía destino, el cuello de Kuranbaev.

Sergio estaba hundido, era un baño de lágrimas. Le habían 'robado' el éxito absoluto que tuvo al alcance y se escapó en el último instante en un polémico punto de oro. Una pena, pero seguro que con el paso de los días valorará esta plata como un tesoro. Es muy joven y tiene mucho recorrido por delante. París 2024  será su próximo objetivo donde seguro que su gran trabajo le dará de nuevo un premio.

La discapacidad de Sergio es visual, pues nació con una deficiencia del 79% de visión, pero puede hacer vida normal y no depende de nadie en su día a día. “El único problema es la luz, cuanto más tenue sea más cómodo me siento”, asegura este chaval queno filtra bien un tipo de gama de rayos.

Del judo para discapacitados al absoluto

A los 8 años se inició en el judo y desde entonces el tatami se convirtió en su segunda casa. Primero en la ONCE, donde competía con otros chicos con discapacidad, pero pronto se dio cuenta de que podía competir también con los absolutos y se apuntó al Judo Club Zaragoza donde es uno más y se entrena con los judocas convencionales sin problemas.

La diferencia entre el judo convencional y el adaptado es que en el paralímpico inician los combates agarrados, por el resto es todo igual.

El naranja es su mejor aliado

Para poder 'vivir' de manera más cómoda lleva unas gafas especiales que realizan la función de los conos y reducen la exposición de la luz. “Tengo un modelo para el interior, con un filtro naranja porque es el color que mejor simula la función de los conos, y otro para el exterior, parecido a unas gafas de sol. En las competiciones utilizo unas lentillas que también son naranjas”, explica.

"He soñado con llegar a esta final, lo he conseguido y estoy super contento", decía el judoca ya más tranquilo tras un buen rato llorando para asimilar lo ocurrido y después de vivir su primer podio en unos Paralímpicos.

Ya con la plata colgada en el cuello, nos explicó la polémica final: "Iba dominando el combate, el uzbeco llevaba dos shidos en contra y estaba a uno de ser descalificado, creo que hubo una acción antes de que empezase el golden score en el que he marcado yo que no se ha revisado y la segunda en más frío si que habría que estudiarla y revisarla en vídeo porque siempre hay dudas y nada a seguir".

Insistió en que "estoy muy contento pero recién haber perdido una final paralímpica estás un poco decepcionado", explicó Ibáñez quien ha ido de menos a más en Tokio.

Sergio además compagina el deporte con los estudios. Actualmente cursa el Grado Superior de Deporte en el Colegio Santo Domingo de Silos de Zaragoza.