JUEGOS OLÍMPICOS RÍO 2016-FÚTBOL

Brasil flirtea con el ridículo y no pasa de un vergonzoso 0-0 con Irak

La incapacidad goleadora de la ‘baby canarinha’ es más que manifiesta: ningún tanto en dos encuentros contra los bafana bafana y los iraquís 

Neymar

Neymar no fue de nuevo decisivo / sport

Joaquim Piera (Brasilia)

La Seleçao no chuta. El proyecto olímpico brasileño, que cuenta a Neymar como su estrella solitaria, chirría de arriba abajo. Es incomprensible que un equipo que saca pecho por su tridente atacante (Gabigol, Gabriel Jesus y el propio Ney) haya pasado en blanco en dos jornadas, con sendos empates sin goles contra dos selecciones, como Sudáfrica e Irak, que no pintan nada en el panorama internacional.

La crisis se ha instaurado en el seno de la ‘baby canarinha’. La fractura con la ‘torcida’ es evidente. Los dos empates son una mancha en el currículo y la clasificación para los cuartos de final está absolutamente en el aire. Los brasileños se la jugarán el miércoles, en Salvador, en un cara o cruz con Dinamarca, que es la líder con 4 puntos.

No había otra opción posible, ni viable. Brasil salió, como se esperaba, a apabullar a los iraquís. Con cierta facilidad generó la primera opción clara, pero Gabriel Jesus, que venía de fallar un gol imposible contra Sudáfrica, se equivocó de nuevo, en un lanzamiento que le salió demasiado cruzado.

El guion preestablecido, con abrumadora superioridad brasileña y un Irak encogido, fue despedazado. El equipo del Golfo demostró que no era ninguna comparsa y que jugaría con orgullo y determinación, despojado de cualquier complejo de inferioridad. De hecho, estuvo a punto de protagonizar su propio ‘Maracanazo’.  

Ismael sacó con potencia un servicio de banda. El portero Weverton salió al bulto y Abdul Raheem, ante Rodrigo Caio, estampó su cabezazo en el poste. El susto fue monumental. El Estadio Nacional enmudeció.

Brasil sintió el golpe. La ‘baby canarinha’ es un equipo con pedigrí mediático pero que tiembla, por su juventud y porque sus mimbres aún no están consolidados. Neymar se dio cuenta de la situación y llamó la responsabilidad, que para eso es el líder y el referente.

El blaugrana fue quien cambió la dinámica con un trallazo que se fue, por poco, arriba. Los brasileños montaron un rodillo, que no apisonadora, que funcionó durante unos minutos. Gabigol rompía las líneas con garra y muchísima movilidad, y Ney se sacó todo su repertorio de recursos de finalización: remató con un imponente cabezazo como si fuera un 9 británico de aquellos de toda la vida (min 30), intentó un gol olímpico que el cancerbero Hameed sacó a córner con la punta de los dedos (min. 35) y tiró, esta vez sin acierto, una falta en la frontal del área (min 41).

La Seleçao apeló al corazón, abusando de los centros. Los nervios hicieron acto de presencia.  Los brasileños se desconcentraron y empezaron el intercambio de hostilidades con los iraquís, que tuvieron el mérito de llegar vivos al descanso.

La receta que aplicó Rogério Micale para subsanar los males brasileños fue, como en el encuentro inaugural, tirar de ‘cuarteto’. En el descanso, salió Luan por un apagado Felipe Anderson. El delantero pretendido por el Barça hizo de enganche. Brasil siguió atacando más mecánicamente que por convicción, hasta que su seleccionador dijo basta.

Gabriel Jesus, que era un alma en pena, fue substituido por Rafinha (min 54). El flamante fichaje del City hizo un partido lamentable. Su aportación en los Juegos Olímpicos está siendo inexplicablemente nula. Le pesa la camiseta ‘verdeamarela’. No hay ni rastro de aquel jugador letal del Palmeiras que ha vuelto loca a media Europa.

Luan pasó a ocupar su posición natural, que es la de 9. Nada, sin embargo, mejoró. Brasil se desintegraba y la ‘torcida’, que ya había despedido su equipo con silbidos en el descanso, estalló. Primero, la tomó con Renato Augusto, el futbolista impuesto por el seleccionador de la principal, Tite, para cubrir una de las tres plazas mayores de 23 años.

A partir del minuto 60, hubo abucheo generalizado. A la ‘baby canarinha’ le pasaban la factura de su incapacidad goleadora en dos partidos en el mismo escenario y toda la frustración acumulada en dos años desde el 1-7 contra Alemania en el Mundia 2014l.

El epílogo fue aún desalentador. Brasil estaba roto tácticamente. Cada uno hacía la guerra por su cuenta. El árbitro regaló 7 minutos de tiempo añadido. Ni así. En el descuento, Renato Augusto falló un remate a portería vacía tras un buen centro de Gabigol. Al final, abucheo histórico para un resultado, uno más en los últimos años, impropios de la grandeza de la pentacampeona mundial.