Visita al coloso del Giro
El Zoncolan es un monstruo con tres km. finales que obligan a los ciclistas a retorcerse sobre la bici
Con la lluvia prevista la ascensión a la cumbre que Igor Antón conquistó en 2011 puede ser terrible
A Igor Antón, vencedor en la cima del Zoncolan en el Giro de 2011, nunca se le olvidará el triunfo, el mejor de su carrera, su día grande como corredor. Ocurrió en la ronda italiana que ganó Alberto Contador pero que luego le quitaron como daño colateral por aquel tristemente famosos solomillo de Irún.
Antón llegó en solitario a una cumbre enclavada en los denominados Alpes Cárnicos, no muy lejos de la frontera entre Italia y Austria. "Es un puerto donde no sirve ir a rueda", repetía este viernes en 'Eurosport'. El mismo excorredor que recuerda una y otra vez que la ascensión al Zoncolan, si se hace en solitario, es como una lucha interna, 40 minutos de soledad donde hasta el final, hasta que aparecen los tres últimos kilómetros que son terribles, donde es imposible levantarse del sillín, sobre todo si llueve como está previsto, no se sabe si por detrás llegará Egan Bernal, el líder, la 'maglia rosa' endiablada, para tirar por lo suelos el sueño de la victoria.
Será la séptima vez que se asciende el Zoncolan en la historia del Giro. No reúne la leyenda de los famosos Stelvio, Gavia o incluso el Mortirolo porque se incorporó a la vida de la ronda italiana en este siglo, concretamente en la edición de 2003, con victoria precisamente de quien luego resultó ser el triunfador final, Gilberto Simoni, quien comenzó a escribir la profecía que dicta que quien lucha en la general y gana en la cima del Zoncolan llegará vestido de rosa a la última meta del Giro.
Tres de los triunfadores, aparte de Simoni, Ivan Basso en 2010 y Chris Froome en 2018, luego se han impuesto en la clasificación final. Simoni repitió victoria en 2007, aunque sin ganar la carrera (acabó cuarto de la general), mientras que Antón y el australiano Michael Rogers (2014) conquistaron el Zoncolan sin pelear por la tabla del Giro.
Hoy se asciende por la denominada falsamente como vertiente más sencilla, la cara de Sutrio. Es por donde subió Simoni en 2003, porque el resto de las ocasiones se ha escalado por la denominada vía de Ovaro, algo más fácil al final pero más complicado al principio.
Da igual. Para vencer en el Zoncolan hay que ser un magnífico escalador. En los últimos 3.000 metros de subida no se baja del 13% de promedio con rampas que alcanzan un 27%; comparativamente lo que sería una rampa de garaje.
Y hoy, además, se dará una situación inhabitual en el mundo del ciclismo. Las autoridades italianas, a causa de las medidas sanitarias, han determinado que solo 1.600 personas puedan estar en la zona próxima a la meta. Lo sorprendente es que han tenido que pagar (el ciclismo es un deporte que se sigue gratuitamente). Han sido solo 10 euros. Pero las entradas se agotaron en poquísimas horas.
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