Vega: "Lo que genera el fútbol ya no lo quiero"

Vega durante la entrevista con SPORT

Vega durante la entrevista con SPORT / Javi Ferrándiz

Laia Cervelló

Laia Cervelló

Su familia se dividía futbolísticamente entre ser del Barça y del Dépor. Ella quiso ser del Real Madrid. La catalogaron como "la niña de cara bonita y pelo largo con la guitarra" y se rapó. Mercedes nació para ser rebelde.

En una sociedad estructurada alrededor de las apariencias de las redes sociales, aquello que es de verdad resulta reconfortante. Y es precisamente eso lo que hace genuina a Mercedes, 'Vega'' y lo que la ha hecho calar y perdurar durante 20 años en una industria musical que es especialmente dura con las mujeres. Me reúno con ella en la terraza de un hotel que muestra las vistas de la que en algún momento de su camino particular fue su casa; Barcelona. Me hacen falta cinco minutos para percatarme de que, efectivamente, la honestidad va a ser el compás de la entrevista.

Me confiesa que siempre ha sido del Real Madrid, de las que se enfadaba frente al televisor viendo partidos o escuchando tertulias. En su día, me cuenta que era tan hincha que llegó a celebrar los goles del cuadro blanco en un palco de Riazor del que había sido invitada. Ahora vive el fútbol con cierto desencanto.

En sus dos décadas encima de los escenarios ha sufrido metamorfosis, ha sido reina pez y ahora echa el vuelo como un 'Mirlo blanco', el título de su último álbum. El disco recoge con sensibilidad punzante el sufrimiento sufrido por experiencias de vida, con clara influencia pandémica, en su trabajo con mayor exposición personal.

¿Por qué Mirlo Blanco?

Básicamente por preguntarme si yo era una rareza dentro de la industria por supervivencia. Dicen que los mirlos blancos son raras avis dentro de su especie. De hecho, dicen que sobreviven menos por el plumaje blanco. Concluí que era un mirlo negro que me había tornado cano por los años y por experiencias de vida. Sí que me considero rara avis en cuanto a la supervivencia como artista independiente y mujer dentro de la industria, que es realmente complicado. Me parecía que como canción homónima que iba a dar título al álbum, resumía bien todo lo que quería expresar en torno a la fortaleza, a renacer, a la libertad, a la igualdad.

Los mirlos tienen un canto identitario. ¿Es este disco el canto de Vega que más identifica a Mercedes?

Sin duda. Durante todos mis discos, como todos los artistas, tienes anhelos de ir perfeccionando. Me di cuenta de que este disco no está escrito con la pretensión de serlo, está desprovisto de toda esa maquinaria de pensar qué es lo que quiero ser como artista, como Vega. Responde a mis anhelos como persona. Es muy identitario. Tiene mucha exposición personal.

Una de las cosas en las que te expusiste, precisamente, fue hablando de salud mental. Fuiste valiente al hablar de ello, ¿viste necesario hacerlo?

‘Bipolar’ es la última canción que escribí del disco y, cuando lo hice, no fue tanto pensando en si era necesario o no a nivel colectivo, sino si yo lo necesitaba. Qué faltaba dentro de mi disco por expresar como persona, ya que era un álbum con muchas canciones que respondían a mi anhelo como persona. Y me di cuenta de que era un disco muy crudo y tenía la necesidad de explicar por qué. Porque había una experiencia de vida emocional difícil y eso marca a la hora de interpretar. Al final acabas poniendo de manifiesto algo que, aunque la haya titulado ‘Bipolar’, si le quitas el título hay cientos de situaciones en las que muchas personas podrían sentirse identificadas con una situación en la que han estado abajo y creen perder el control hasta un punto que sienten que les es impeditivo hacer su vida. Y también esa reacción extrema contraria que es la de “no voy a rendirme y voy a luchar contra esto”. ¿A quién no le ha pasado esto a distintos niveles? Poner el foco en esto me parece necesario. Lo único que no barajé en ningún momento es qué nivel de exposición personal me tenía hacerlo. Cuando la escribí me quedé muy a gusto, pero cuando salió y vi la reacción de público y la prensa pensé que estaba muy en la palestra, de repente y sin buscarlo.

¿Cómo te imaginas cantar ‘Bipolar’ delante del público?

No solo ‘Bipolar’, todo el disco en general. Hay algunas en las que la exposición personal es menos evidente, pero es un disco que, en general, me cuesta trabajo cantar. Tengo que agarrarme los machos para contener la emoción porque fácilmente me puedo descontrolar.  Pero tengo ganas también, de estar delante del público y sentirme igual de libre que cuando lo escribí. Lo que salga va a ser honesto, eso lo tengo claro.

¿Es un país que todavía estigmatiza a quien habla de salud mental?

No solo de salud mental. En este disco hay mucha exposición de los sentimientos en general. Está estigmatizado el mostrar vulnerabilidad. Es una sociedad que vive constantemente cara la galería. El mundo del artista obligatoriamente para por el síndrome del impostor. Te ves obligado a mostrar un mundo de colores. Mi vida es esta. Soledad en hoteles y no todo es ni tan ‘posh’ ni tan ‘cool’ como a veces nos esforzamos en mostrar. Muchas veces decimos que el mundo de la música es maravilloso y es un oficio como otro cualquiera. Tiene una parte muy fea, de ladrillo y cemento, de construir que no tiene nada que ver con lo que se refleja en redes. Ahí yo me rebelé. Le van a dar al viento de intentar parecer más joven de lo que soy, tengo 43 años. Sí que hay un ejercicio de recuperar la autoestima y de saber que quién soy ahora me hace más feliz que con 23.

En ‘Bipolar’ dices: “Lograré encontrar un lugar para las dos, donde pueda convivir con mi peor versión”.

Las mujeres nos hemos autoimpuesto unas exigencias de ser mujeres capaces de demostrarlo todo a nivel laboral, de llegar a lo más alto. Queremos ser las mejores hijas y las mejores madres. Llega un momento que es agotador y súmale un estándar de felicidad. No tenemos derecho a derrumbarnos porque, a nivel social y cultural, en este país las mujeres tiramos de los carros que no se ven y no se valoran. A mí nadie me ha obligado, pero claro que siento que voy a cuidar de mis padres. Lo tengo en el ADN y no me parece malo. Me parece malo que se nos mermen las oportunidades porque tenemos otras tantas cosas que hacer y papeles donde somos protagonistas incuestionables dentro de lo que es el concepto de familia que parece que no podemos mostrar vulnerabilidad. Tenemos que demostrar una perfección que luego ni se remunera ni se valora. Basta. Hay que quitarse el lastre de la culpa. Parece muy católico esto de acarrear con la culpa hasta que nos muramos.

Hablabas del síndrome del impostor. No conozco ningún hombre que lo sufra y pero sí a muchas mujeres.

Nos han enseñando a cada en su sector que solo valen los primeros puestos. Si no eres la mejor no hay un paso intermedio: No eres nada. Es lo que nos han despachado a nivel laboral. Para llegar a un puesto con cierto grado de soberanía tienes que renunciar a todo lo demás. Nuestros compañeros no tienen que renunciar a nada. Esto es un lastre y yo, personalmente, he decidido abiertamente no querer ser. Quiero igualdad de oportunidad, que pasa por igualdad salarial. Luego ya veré a qué soy capaz de llegar o no. Pero no me las mermes de antemano por el hecho de ser mujer.

Vega durante la entrevista con SPORT

Vega durante la entrevista con SPORT / Javi Ferrándiz

Hablando de otras canciones, esta de hace años, en ‘Princesa de cuento’ dices: “Paso del futbol si no juega el Madrid”. Ni te pregunto de qué equipo eres.

(ríe) En casa somos de Córdoba, pero más allá del Córdoba, normalmente cuando hablábamos de fútbol todos teníamos grandes favoritos. Y coincidió una época que en mi familia estábamos repartidos entre Barça y Dépor y yo, que siempre he sido rebelde, si mi padre y mi hermana eran del Barça, tenía que ser del Madrid. Empecé así y me quedé siguiendo al Madrid durante muchos años. Honestamente he perdido un poco de interés en el fútbol. Pero no en el fútbol como deporte sino por lo que rodea. A nivel de lo que mueve alrededor. Mueve cosas que están muy lejos de los valores del deporte.

¿Cómo qué?

Si nosotros viésemos ese grado de enajenación por parte de una afición en un concierto, los de seguridad estarían sacándolos fuera al momento. Alrededor de fútbol hemos llegado a un nivel de permisividad de lo que se considera ser hincha de fútbol que hace que muchos valores como personas en un ámbito social parece que den igual porque es fútbol.

Te has abandonado del fútbol, pero ¿qué tipo de aficionada eras tú?

De las que se tragaba tertulias futbolísticas hasta las 3 de la mañana. Me gustaba mucho. Me encantaba verlo con mi marido. Pero no acompañándole, sino casi con discusiones futboleras entre nosotros. Lo que pasa que empecé a ver que los programas que podía ver de tertulia de fútbol, me di cuenta de que era algo muy cerrado para hombres. Cuando veías mujeres en esos programas casi tenían que ser de ‘barbies’; Súper vestidos y tacones. Cosas que yo pensaba, ¿son las dos de la mañana y esta chica tiene que ir así para hablar de fútbol? Es que si no fuera así vestida posiblemente en ese programa no le darían un sitio. Y sigue pasando de alguna manera. Sobre todo en las que están con cara visible. Siempre con un papel menor, reportando sobre fútbol pero nunca opinando sobre él. Empezó a cabrearme que nuestra opinión sobre si eso ha sido o no un piscinazo valga menos o no exista. Luego empiezas a fijarte en más cosas y dices, ¿y el fútbol femenino? ¿Qué pasa, que solo tienen que ser medalla de algo para que les pongamos el foco mediático durante cinco minutos cuando nos tragamos no sé cuántos partidos al día? Todo esto empezó a cabrearme y dejé de ver el fútbol.

¿Entonces ya no ves nada de fútbol?

No. Si te digo la verdad ya no sé nada de lo que ocurre en el Madrid ahora. Dejé de ver fútbol incluso del equipo que me podía gustar. Lo último que he visto relacionado con el fútbol tiene mucho más que ver con una parte social que con el propio deporte. Fue una publicación que hizo el Barça con una bandera LGTBI que puso en el campo. Ha sido la primera vez que he vuelto a poner el foco en el fútbol y ver la cantidad de odio que generó aquello me reiteró en decir: No es una cuestión de clubes. No sé qué tipo de personas ven fútbol, pero lo que genera no lo quiero.

Hablabas del papel de la mujer en el periodismo deportivo. Pasa algo parecido en la industria musical con las mujeres.

Pasan dos cosas: Primero, un nivel de exigencia general de estar en unos estándares de belleza, que tienen que ser tremendos. Y, con perdón, un feo importa poco que sea feo si la música que hace mola. A nosotras no nos pasa eso. No hay esa exigencia física para ellos, la hay en algunos niveles. Sí que tiene la presión, si ya van cumpliendo una edad saben que vienen generaciones más jóvenes pisando fuerte y tienen que mantenerse. Pero lo notan siendo mucho más mayores que nosotras. Yo creo que he sufrido ambas cosas. El lastre de que se me asocie a un tipo de música por tener una cara bonita y el pelo largo. De hecho, una vez me rapé la cabeza al uno porque me dijeron que yo era la niña bonita de la guitarra y el pelo largo. De por sí, a las mujeres nos consideran mucho más ‘soft’, más blanditas y que tenemos que hacer canciones para mujeres. Hay público masculino heterosexual que parece que si te escuchan son menos hombres. Esto me lo ha llegado a reconocer más de un hetero en la puerta de un concierto donde ha ido solo, porque con sus amigos no se puede. Cuando oigo cosas así, pienso que yo no hago música para hombres o mujeres. Hago música para una sensibilidad. Si la tienes, la tienes. Y, si no, peor para ti. Mi música despierta en un tipo de gente que tiene una cierta sensibilidad hacia la vida y las cosas. Si por eso resulta que mi cuota de mercado es un 0,5% o un 0-1% con eso soy feliz. No quiero de lo otro. Parece un poco tajante, pero si queremos artistas de verdad, yo también quiero un público de verdad.

Si sientes emociones parece que seas más débil y la gente no quiere la debilidad.

Las mujeres tenemos menos problemas en mostrar nuestra sensibilidad. Es algo positivo en lo que muchas veces nos basamos, y aún así nos puede gustar música que es muy ruda y no sentir complejo por decir que nos gusta una balada súper romanticona.

Vuelves a girar después de hace 4 años. ¿Te molesta que se sigan cancelando o aplazando tantos conciertos cuando en estadios el público ya va de forma casi normal?

Yo no toco en festivales, pero si lo hiciera, sí me molestaría que la multitud al aire libre en ese contexto pareciera más contagiosa que la multitud en un estadio también al aire libre. Esto nunca lo voy a entender. Lo que no puede ser es que en la misma tipología de eventos, en uno dos más dos sean cuatro y en el otro menos tres. Me molestan cosas de las que no tiene la culpa nadie, la gente se toma veinte-y-ocho mil cervezas en la calle están muy cómodos y de repente entrar en una sala de conciertos sea un problema. Piensas, si te has estado retozando hace cinco minutos en la calle. Esto viene respondiendo a la carga emocional de todo lo que hemos vivido, y creo que vamos a tardar en recuperarnos de eso. La música, mientras sigamos dependiendo de tocar en salas pequeñas, el camino que todavía nos toca aguantar hará que nuestra pandemia sea un poco más larga porque dependemos de que haya una recuperación de la normalidad real.

¿Qué esperas de la etapa ‘Mirlo blanco’?

Siempre hay esa cosa en torno al último disco de que tiene que ser el mejor. De que sea tu disco más personal, pero si te soy franca no tengo expectativas de ningún tipo del disco y eso es sanísimo. Voy a dejarlo vivir, rodar, y lo que llegue, llegó. Después de lo que hemos vivido, no tengo narices de ponerle un listón al disco. El mero hecho de tener 20 años de carrera y poder sacar un disco de forma 100% independiente, lanzarlo y que el público me respalde, que lo coloque en la salida como el número dos de ventas y número uno de vinilos… Ya estoy lo suficientemente agradecida. Ahora quiero que, con el público que haya, empecemos de cero y nos retroalimentemos para disfrutar. Donde llegue, llegó. Si es lejos, bienvenido sea. Y si no, pues hasta el próximo si es que lo hay. Igual es poco ambicioso pero una de las cosas que más puede sufrir un artista son las expectativas. Artistas que llenan estadios, pienso en ellos y en el listón y en lo que pesa eso en la espalda. Porque como en el siguiente no consigas esos mismos puntos de partida parece que seas un fracasado. Y dices, madre del amor, pero mira la carrera que llevas detrás. Quien soy es el resumen de lo que llevo haciendo 20 años, no del resultado de lo más inmediato. He hecho discos que han salido mejores y peores y aquí sigo. El verdadero reto es la continuidad de una carrera. Sí creo que el disco merece tener una historia larga y trabajo con esa ilusión, pero no me lo marco como el listón del que va a depender mi felicidad.