Portugal vence a España y se convierte en el primer campeón de la Finalísima de fútbol sala

Los lusos se llevaron la primera edición de este torneo en la tanda de penaltis de un partido muy igualado (1-1)

Un error de Pol, y los fallos de Chino y Raúl Campos en sus penas máximas propiciaron la victoria de los campeones del mundo

Final de la Finalissima de Fútbol Sala en Buenos Aires

Final de la Finalissima de Fútbol Sala en Buenos Aires

Adrià Corominas

Portugal aspiraba a conseguir su cuarto gran título consecutivo y el tercero en un plazo de 12 meses, tras el Mundial de octubre pasado y la Eurocopa de febrero, y lo consiguió a los penaltis de un partido igualadísimo contra una España que vendió muy cara su piel.

Con esta intención salieron a la pista del estadio Mary Terán de Weiss de la Ciudad de Buenos Aires los lusos, dando un paso adelante con una intensidad superior a la que demostraron en las semifinales.

Pero les costaba progresar, porque delante estaba un combinado español que hizo, de nuevo, un muy buen trabajo defensivo. Como en semifinales contra Argentina, España estuvo muy sólida en defensa, pero además agregó más velocidad con y sin balón a su juego, lo que la hizo todavía más competitiva, con más alternativas ofensivas para atacar a los portugueses.

Con este contexto, el intercambio de golpes fue constante, haciendo lucir a ambos porteros a partes iguales a medida que avanzaba la primera parte.

Y cuando la cosa está tan igualada, la estrategia adquiere un papel fundamental como se demostró a un minuto de llegar al descanso con la pizarra de Federico Vidal.

Después de un tiempo muerto, a través de una jugada ensayada a la salida de un córner, Mellado cortó un envío perfecto de Antonio para enviar el balón al fondo de la red y subir el primer gol al marcador.

Un golazo preparado a fuego lento dentro del staff español que salió a la perfección y que fue psicológico antes de enfilar el camino del vestuario.

Porque en la segunda parte, el combinado español siguió compitiendo bien, bien ordenada en defensa, manteniendo el rigor defensivo, solidaria en los esfuerzos, en la presión y con el blaugrana Dídac Plana en la portería, generando también peligro con sus ya clásicas subidas.

Se veía poco de Portugal. Su seleccionador, Jorge Braz, empezaba a perder los nervios con el paso de los minutos como demostraba, también, a cada tiempo muerto que pedía. Acusaba a los suyos de no igualar la intensidad española.

Pero en el ecuador de la segunda mitad se encontraron con un regalo de Pol, que debutaba con la selección en este torneo, que propició el empate de los lusos tras un mal pase y una gran definición de Alfonso Jesus, picando la pelota por encima de Dídac.

Tocaba volver a empezar, pero el gol dejó tocado al conjunto de Fede Vidal, que se salvó justo después del 1-2 tras un disparo de Neves.

Los de Fede Vidal consiguieron estabilizarse nuevamente, volviendo al intercambio de golpes previo. Una situación que no sirvió para que se viera ningún gol más, con lo que la final llegó a una prórroga que fue más de lo mismo: igualdad máxima e intercambio de golpes constante.

Los 10 minutos extras tampoco determinaron el campeón, con lo que las penas máximas dictaron sentencia. Chino y Raúl Campos fallaron sus penas máximas y la primera edición de la historia de la Finalísima se fue hacia Portugal.

Paraguay consigue el bronce ante Argentina

Antes de la Finalísima, se jugó el partido de consolación entre las dos selecciones eliminadas en semifinales, donde Paraguay sorprendió a Argentina por 2-3 dejando fuera del podio a la anfitriona.