El fracaso del fútbol brasileño en frenar el racismo

La desidia provoca la repetición de vejaciones racistas, el último escándalo se produjo en el Internacional-Corinthians

La actitud pusilánime contrasta con la indignación cuando hay actos racistas en las competiciones continentales

Edenilson, del Internacional, la última víctima de la barbarie racista en Brasil

Edenilson, del Internacional, la última víctima de la barbarie racista en Brasil / Internacional

Joaquim Piera

Joaquim Piera

Es un goteo incesante que, al final de cuentas, acaba convirtiéndose en un tsunami. No hay forma de parar los actos de racismo en Brasil (y en el fútbol sudamericano), por mucho que el último caso haya escandalizado al país porque ocurrió en un Internacional-Corinthians, uno de los grandes partidos de la jornada del Brasileirao.

Edenilson, capitán del Colorado y que había defendido la camiseta del Timao, dijo basta cuando el lateral derecho de los paulistas, Rafael Ramos, le dijo “macaco”. El centrocampista, que debutó en la Seleçao de la mano de Tite, pidió una rectificación del jugador portugués y, como esta no se produjo, decidió llevar el caso a las últimas consecuencias.

Al terminar el encuentro, con el apoyo de su club, presentó una denuncia a la Policía Civil en las instalaciones del estadio Beira-Rio, se abrió una investigación en la que habrá una pericia de lectura labial y se impuso una fianza de unos 2.000 euros a Rafael Ramos, que pagó el Corinthians. En la esfera deportiva, se ha abierto otro proceso investigativo.

LA RESPUESTA DE EDENILSON

El Internacional volvió a jugar el martes, en casa, en un partido decisivo de la Copa Sudamericana contra el Independiente de Medellín… y Edenilson, elegido MVP del encuentro, marcó los dos goles del triunfo gaucho (2-0). En la celebración del primero, se sacó la camiseta, para mostrar el color de su piel y alzó el puño derecho, en la celebración icónica de los Panteras Negras. Posteriormente, en rueda de prensa, se reafirmó en su postura y dijo que no habría marcha atrás.

En 2020 el volante Gerson del Flamengo, ahora en el Olympique de Marsella, acusó al colombiano Juan Pablo Ramírez, del Bahia, de injuria racial, el caso, sin embargo, acabó archivado porque el rubronegro no fue a una posterior declaración en un tribunal.

En los dos episodios, los futbolistas acusados de proferir ofensas son de dos clubes en los que sus respectivas ‘torcidas’ hacen bandera de ser “times do povo” (equipos del pueblo) y defienden explícitamente, con el apoyo de las dos entidades, la inclusión social y racial. Sin embargo, tanto el Bahia, como ahora el Corinthians, han cerrado filas con sus jugadores.

Por muchas campañas mediáticas de concienciación, el racismo estructural que hay en Brasil, herencia de la esclavitud, sigue impregnando las estructuras del fútbol brasileño. La temporada pasada, el Superior Tribunal de Justicia Deportiva aceptó un recurso del Brusque, de la Serie B, que había sido castigado por un acto racista explícito contra el futbolista Celsinho del Londrina, y recuperó los tres puntos perdidos que le habían impuesto como castigo. Vejar y denegrir salió gratis.

LA VERGÜENZA EN LAS COMPETICIONES SUDAMERICANAS

La actitud pusilánime de clubes, federaciones y comités disciplinarios contrasta con el sentimiento de indignación, porque hay el amor patrio herido, cuando se suceden actos racistas en partidos de competiciones continentales contra extranjeros.

En estos primeros meses de 2022, la Conmebol ya ha aumentado las sanciones económicas por racismo (aunque siguen siendo insignificantes) y debe abrir seis actos disciplinarios por racismo de hinchas, entre los cuales hay del River Plate o el Boca Juniors, en partidos contra equipos brasileños.