El Espanyol, tocado pero para nada hundido

El nuevo Espanyol de Abelardo quiere empezar de cero. Lo dijo el técnico asturiano en su presentación, y así parecen haberlo entendido los jugadores. Las ganas de sacar adelante la difícil situación del equipo se ven en los entrenamientos, donde las caras son de concentración pero mucho más relajadas que en jornadas anteriores. El Espanyol, tras un 2019 lleno de luces y sombras que ha acabado de la peor manera posible, quiere empezar el nuevo año con una sonrisa. Tras el paso por su banquillo de dos entrenadores, quiere que el tercero sea el definitivo.

Rival herido, rival peligroso

Lo sabe bien el Barça, que ya ha sufrido a un Espanyol enrabietado por su situación. Los blanquiazules no solo viven un momento delicado a nivel deportivo, sino que el organigrama ha saltado por los aires debido a la mala planificación: Òscar Perarnau perdió peso en la dirección deportiva, Roger Guasch fue destituido como director general corporativo -cargo que ha asumido José María Durán- y Rufete está en el punto de mira. 

Parece mentira que, en apenas seis meses, el Espanyol haya pasado de festejar la clasificación europea a sufrir por mantener la categoría. Del clímax al sufrimiento con prácticamente las mismas herramientas. La función de Abelardo es recuperar a ese equipo que fue capaz de acabar en la séptima posición tras empezar el pasado año también en el alambre, sumido en una mala racha que puso al actual técnico del Betis, Rubi, en el disparadero. El Espanyol, una montaña rusa que quiere volver a iniciar su ascenso, esta vez de la mano de un exazulgrana que pretende hacer bueno el dicho de ‘entrenador nuevo, victoria segura’.