Antonio Rebollo rememora su disparo más certero

La saeta de fuego que cruzó el cielo de Montjuïc acompañará para siempre a Antonio Rebollo

La imagen de aquella flecha de fuego, trazando una parábola sobre el Estadio Olímpico y encendiendo el pebetero, acompañará para siempre a Antonio Rebollo. "Es emocionante recordar la explosión de júbilo que se produjo en el estadio cuando se encendió el pebetero y las reacciones posteriores: las felicitaciones de la gente, las reseñas en los medios de comunicación", explica Rebollo, que hoy volverá a repetir aquel disparo que dejó sin aliento a las 65.000 personas que vivieron la apertura en el estadio y a los millones de personas que lo siguieran por televisión.

A diferencia del 25 de julio de 1992, la flecha partirá en esta ocasión del exterior del estadio. No es la única diferencia. La trascendencia del momento no tiene, tampoco, punto de comparación. Rebollo, de todos modos, asegura que le será imposible evitar cierto cosquilleo en el estómago en los momentos previos al lanzamiento. "Es una responsabilidad sobre algo que se hizo y que salió bien; ahora se va a repetir y nunca se sabe hasta que se hace el disparo cómo quedará", señala el ex deportista.

Rebollo no tiene previsto realizar ningún ensayo previo de cara al lanzamiento de esta noche. No cree que le haga ninguna falta. En su caso, esta dosis de riesgo le supone un estímulo. "Se trata de plantarse allí y lanzar la flecha, esa incertidumbre es un elemento de motivación, una presión positiva; cuando te preparas para algo de esta relevancia siempre piensas en lo positivo", comenta el arquero.

En 1992, la posibilidad de un error en el disparo o de que el pebetero no se encendiera al atravesar la flecha la cortina de gas se conjuró con el encendido simultáneo a través de un mecanismo interno. Es de suponer que esta noche se utilizará un sistema similar para garantizar que el pebetero no continúe apagado, como los últimos cinco años.