Los jóvenes se rebelan en el clásico

El rebeldía de Ilaix y Mingueza fue la mejor noticia de un Barça que perdió con amor propio

Al equipo le faltó contundencia en las áreas en un partido grande; una constante esta temporada

El gol de Mingueza que recortó distancias en el marcador

Dídac Peyret

Dídac Peyret

A veces las alineaciones anticipan partidos que luego el juego desmiente con rotundidad como en este clásico lleno de mediocampistas, pero jugado en las áreas. El Barça tuvo la pelota con porcentajes escandalosos, pero ganó el Madrid porque fue más contundente

La derrota duele porque terminó con un palo de Ilaix en el último instante. Un desenlace cruel, pero que arroja un mensaje optimista en clave de futuro. En este Barça de transición, en este club que necesita mirar al futuro con alegría, marcó Mingueza y encontró en Ilaix un ejemplo feroz de amor propio. Alguien de la casa, capaz de conectar con el barcelonismo, que demuestra que este es un club y un equipo vivo. 

La derrota es un golpe a las aspiraciones del Barça en LaLiga, que vio como el Madrid se iba a dormir líder, a la espera de ver lo que ocurre hoy con el Atlético. Pero también la confirmación de que a este equipo le falta un punto para ganar los partidos grandes. Esos que se deciden por detalles. Esos que, como ante el Madrid, penalizan tanto los errores. 

El partido también arroja algo de incertidumbre sobre el 3-5-2. Curiosamente el Barça se descosió con un sistema que le había dado más fiabilidad defensiva y creció en la segunda parte a partir del 4-3-3. 

El balón es del Barça

La puesta en escena de la primera parte confirmó los pronósticos: con De Jong en el centro del campo, el Barça tenía el balón y atacaba, pero golpeaban los blancos. El Madrid juntaba líneas. El Madrid exigía al Barça una precisión en los últimos metros a la que ni Messi ni mucho menos Dembélé respondían con acierto.

El Madrid recordó, entonces, las viejas taras de este Barça. Las que le han condenado en los grandes partidos de este temporada. La falta de contundencia en las dos áreas. Los errores individuales en defensa y la poca efectividad arriba. Porque el Barça también tuvo ocasiones para lograr un resultado distinto en la segunda mitad.

Tuvo las ocasiones pero no logró concretarlas. Atrás, Araujo y Mingueza vivieron un baño de realidad con Benzema y Vinicius en los primeros 45 minutos. Y arriba Dembélé se diluyó, con una actuación tétrica. En el peor escenario para él, sin espacios y recibiendo de espaldas, se le vieron todas las costuras.

Tampoco el Barça encontró al mejor Messi en los momentos más delicados del partido. Al argentino le caló tanto la lluvia torrencial que terminó estremecido, tiritando de frío, hasta pedir el cambio de camiseta. Una imagen inédita del argentino, de esas que se recuerdan con el paso de los años. 

Una más de un partido grande jugado en pequeño formato. Sin público y sin el vértigo del Bernabéu. “El que esté mejor mentalmente tendrá más opciones de ganar el partido”, avanzó Koeman. Y al Barça no le faltaron ni ocasiones ni ímpetu. La mejora en la segunda parte fue notable, pero no hubo manera de lograr el empate.

Ilaix tuvo el gol en los últimos instantes

Ilaix tuvo el gol en los últimos instantes / EFE

Tampoco faltó la controversia con algunas acciones discutibles que colmaron la paciencia de Koeman. El holandés denunció un posible penalti a Braithwaite y lo hizo con un tono desconocido hasta ayer del holandés.

Koeman alzó la voz y se mostró indignadísimo. Al holandés no le gusta perder y se mostró muy categórico con la influencia del árbitro en el resultado. “Es penalti. Es clarísimo. Y no hay VAR. No sé por qué hay VAR en España. Una vez más tenemos que aceptarlo y callarlo”, dijo aún con las pulsaciones altísimas. 

La decepción era evidente: LaLiga se pone más difícil, pero con la rebeldía de jóvenes como Ilaix y Mingueza el Barça mira el futuro con otra cara.