El Atlético supera al Feyenoord en un ejercicio de resistencia

El conjunto rojiblanco dio la vuelta a un partido que se le había puesto cuesta arriba gracias a los goles de Griezmann y Morata

Jan Oblak evitó que los puntos se escapasen del Metropolitano con intervenciones de mérito

Atlético de Madrid - Feyenoord | El gol de Antoine Griezmann

Antoine Griezmann puso el gol del empate en el descuento del primer tiempo / TELEFONICA

Alberto Teruel

El Atlético de Madrid volvió a encomendarse a la épica para sumar tres valiosos puntos ante el Feyenoord. Igual que sucedió ante el Cádiz, el conjunto rojiblanco tuvo un mal inicio y no tardó en conceder un gol al rival, pero el resultado terminó siendo el mismo. Los neerlandeses se las prometían muy felices hasta que un tanto de Griezmann al filo del descanso y otro de Morata al poco de comenzar la segunda parte dieron la vuelta al partido. Oblak, con intervenciones memorables se encargó de evitar un desenlace trágico.

El Feyenoord no se vio intimidado por la magnitud del escenario, y salió al Cívitas Metropolitano sin ningún tipo de complejo. Los de Arne Slot iniciaron con una feroz presión en campo contrario, buscando penalizar cualquier tipo de imprecisión de su rival. Y terminaron por conseguirlo cuando apenas habían transcurrido siete minutos. Ueda puso a prueba los reflejos de Oblak, a quien la fortuna no sonrió a pesar de salir victorioso del mano a mano. El rechace se topó con Hermoso, que empujó el esférico a su propia portería.

Los neerlandeses habían olido la sangre, y a punto estuvieron de dar un nuevo golpe al marcador por mediación de Zerrouki. El argelino aprovechó un error del Atlético en salida de balón para conectar un disparo desde larga distancia con toda la intención de buscar la escuadra de la portería. Faltó poco para que el intento terminase en gol, y Oblak, cansado de las imprecisiones, abroncó a su defensa.

Los gritos del esloveno despertaron del letargo al Atlético de Madrid, que se encontró con el premio del gol en la primera ocasión de peligro. Este llegó tras un gran pase filtrado de De Paul en busca de Saúl, aunque el ilicitano estaba en fuera de juego. No debió advertir Wieffer la posición adelantada de su marca, y se lanzó al suelo para interceptar el envío con tan mala fortuna que terminó asistiendo a Morata. El gol fue anulado en primera instancia, pero el VAR rectificó la decisión de François Letexier.

Con el empate en su poder, los rojiblancos dieron un claro paso al frente que pudo traducirse en dos goles más. El primero lo salvó Trauner con una intervención milagrosa que privó a Morata de definir a puerta vacía, mientras que la madera privó a Saúl del segundo.

El Atlético de Madrid estaba siendo insultantemente superior, y entonces llegó un inexplicable cortocircuito. La confianza que desprendía en cada jugada dio paso a las dudas, y el Feyenoord no tardó en aprovechar estas flaquezas. Mario Hermoso volvió a salir en la foto al habilitar la posición de David Hancko, que recibió completamente solo en el área. Oblak respondió con una mano monumental, pero el rechace dio una vida extra al ocasión del eslovaco, que esta vez no perdonó.

Dos golpes de los que duelen

El Feyenoord podía presumir de que, a excepción de un tramo puntual, estaba siendo superior al Atlético. Se permitieron el lujo de poner bajo asedio el área rojiblanca en busca de un tercer gol que veían muy cerca. No parecían contar con el factor Griezmann. Aprovechando un balón previamente acunado con el pecho por Witsel, el 'Principito' dejó para la galería una chilena que puso las tablas en el marcador en la última acción del primer tiempo.

Los goles al filo del descanso acostumbran a tener un efecto fatídico en la moral del equipo que los recibe. El Feyenoord no esperaba llegar a vestuarios sin la ventaja en su poder, y mucho menos que esta pasase a su rival en el comienzo del segundo acto. Pero el fútbol es un reflejo del estado de ánimo, y el Atlético salió del túnel creyendo en sus posibilidades. El inicio fulgurante de los rojiblancos quedó refrendado con el segundo gol de Morata, que sólo tuvo que acompañar con la punta de la bota un centro medido de Nahuel Molina.

Con la ventaja en su poder, el Atlético cometió el error de cerrar filas. Un error que pudo costar muy caro de no ser por las intervenciones de Jan Oblak, que echó el cerrojo a su portería para saldar el ejercicio de resistencia de los suyos con tres valiosos puntos.