El último tren del 'Jefecito'

Las arengas de Mascherano superan los límites idiomáticos

 El argentino tuvo que ser traducido al chino para que sus compañeros supieran lo que estaba diciéndoles / sport

Dídac Peyret

Dídac Peyret

Mientras en su país ayer daban por hecha su vuelta al fútbol argentino en enero, Javier Mascherano conducía su coche por el autopista de Qinhuangdao (China) con la banda mexicana 'Jaguares' como BSO. Sonaba 'Te lo pido por favor' y el Jefecito se dirigía a la última sesión del Hebei Fortune.

Mascherano se marchó al conjunto chino el 26 de enero de 2018 y desde entonces ha disputado 51 partidos y ha marcado un tanto. Lejos ya del fútbol de élite, del peso de la camiseta de Argentina y de la posición de central que tanto sufrió en el Barça, el Jefecito, por fin, se daba un respiro.

Toda una novedad para un representante del fútbol sufrido. "No, yo no salgo a la cancha a disfrutar, yo disfruto entrenando, aprendiendo, pero durante los 90 minutos no disfruto del partido. Yo el fútbol lo sufro”, reconocía hace unos años, ya en la recta final de su etapa en el Barça, a la revista Panenka.

En el conjunto azulgrana su éxito se basó en su capacidad para reinventarse. Mascherano sufrió y logró sobrevivir. No le resultó sencillo, porque pronto se dio cuenta de que su juego no era el del Barça.

El contexto jugaba totalmente en su contra: Busquets estaba asentado como el mediocentro titular del equipo y su pie no tenía la precisión de sus compañeros del centro del campo.

Nadie intuía entonces, y mucho menos él, que terminaría consolidándose como central en el Barça. Fue Guardiola quien le convenció de que, no solo podía jugar ahí, sino que podía hacerlo bien.  Acostumbrado a formar un doble pivote formidable con Xabi Alonso en el Liverpool, aquella idea le pareció bastante marciana, aunque puso todo de su parte.

Lo reconocería más tarde: "Yo ya lo sabía: ser pivote en el Barça era casi imposible. No había otro camino que ser central. Me di cuenta de que con lo que venía al Barça no me alcanzaba, ni siquiera para permanecer en el club”. 

Fue la gran reconversión de su carrera tras hacerse un nombre como un '5' clásico, de corte y pierna fuerte, en River, Corinthians, West Ham y Liverpool. Curiosamente fue en el Barça donde más temporadas aguantaría (siete y media).

"Soy un convencido de que las etapas hay que cerrarlas en la vida. Creo que he pasado los años más maravillosos de mi carrera en este club, jamás lo voy a olvidar", aseguró al marcharse. Unas palabras con la que parecía reconciliarse con momentos de autocrítica devastadora. 

Ahora, y tras el paréntesis en China, se da por hecho su regreso a Argentina en las filas de Estudiantes en 2020. A la espera de que se concrete el acuerdo, el club argentino cuenta con todo lo que busca Mascherano en este punto de su carrera.

Para empezar, la posibilidad de vivir de nuevo con la familia tras su experiencia en China, donde fue solo. Otro aspecto es que es un club con menos presión que River, donde empezó su carrera. Y finalmente la idea de trabajar con personas de su confianza como el ahora entrenador de Estudiantes, Gaby Milito, o el director deportivo Alejandro Sabella.  

Hace unos meses ya dejó claro en el programa  '90 minutos' de Fox Sports que, de momento, no colgará las botas si no le obligan. "Yo sigo con ganas de jugar hasta que no me quiera nadie".