Messi siempre es la solución

El Barça se encomienda a un Messi suplente

La noticia saltó una hora antes del partido, alrededor de las tres de la tarde de un sábado nublado y soso en Barcelona. Se volvió más plomizo cuando en la hoja de las alineaciones no aparecía, entre los once elegidos por Koeman, el nombre de Leo Messi. El '10', en boca de todos por seis segundos con los que los 'haters' querían borrar quince años de gloria, arrancaba desde el banquillo. 

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LALIGA SANTANDER

5
2
Alineaciones
FC BARCELONA
Ter Stegen, Sergi Roberto, Piqué, Lenglet, Alba, Busquets (Pjanic, 86'), De Jong, Dembélé (Trincao, 66'), Griezmann (Braithwaite, 78'), Pedri y Ansu Fati (Messi, 46').
BETIS
Bravo, Emerson, Mandi, Bartra, Alex Moreno, William, Guido Rodríguez, Joaquín (Ruibal, 63'), Canales (Rodri, 86'), Tello (Víctor Ruiz, 63') y Sanabria (Loren, 71').

Y, pese a todo, sin él sobre el césped, todo seguía girando entorno al más grande. Porque los focos alumbraban a Griezmann, sobre todo, pero también a Ansu Fati. Y a Dembélé. Y, en definitiva, a un equipo al que le habían arrancado lo que en Catalunya se conoce como 'ase dels cops' (el asno al que todos golpean).

No jugó mal el Barça en el primer tiempo, volvió a tener ocasiones para golear y, a ratos, divertía. Pero los problemas que mostró ante el Dinamo de Kiev seguían siendo los mismos: desconectados en defensa, fallones en la definición y rotos en el centro del campo. Griezmann y Ansu combinaron bien y generaron ocasiones para marcar. Muchas. El francés disparó con la zurda fuera al segundo palo y su compañero le imitó entrando desde la izquierda.  

William volvió a ofrecer a Ter Stegen la posibilidad de lucirse rematando un córner que el alemán evitó que se convirtiera en gol. 

Volvió Griezmann. Jugada personal desde el centro del campo que acabó mal. Los fantasmas merodeaban su cabeza con malas intenciones. Irrumpieron en él con violencia cuando Ansu Fati provocó un penalti meridiano y, pese a que Alba insinuó ser el lanzador, el galo cogió la responsabilidad. Planto el balón y disparo mal. Muy mal. Horrible. Bravo lo celebró sin despeinarse. 

Antes del descanso, una salida al corte de Piqué provocó un desajuste que Tello y Sanabria aprovecharon para empatar. Koeman miró al banquillo: ahí estaba Leo Messi esperando a rescatar a sus compañeros.

Tardó muy poco. Cuatro minutos para dejar pasar un balón dentro del área y dejar, de paso, solo y a placer, a Antoine Griezmann. Se lo puso tan fácil Leo que ni siquiera los fantasmas fueron capaces de hacer dudar al francés. El Barça volvía a tener ventaja en el marcador y las sensaciones volvían a ser buenas (mejor no usar un 'muy', adverbio de cantidad, en estos tiempos de crítica fácil). 

Luego Leo dibujó un desmarque que le dejó ante el meta, pero en posición complicada. Echó el balón atrás para que Dembélé disparara a puerta. Mandi rechazó en la línea con el brazo y, pese a que Cuadra Fernández no lo vio en directo, el VAR avisó al colegiado y este señaló los once metros y mostró la roja al bético. Messi dijo quién manda haciendo el resto. Disparó duro, fuerte, con rabia. Quince minutos del '10' pesan más que trayectorias enteras. 

El capitán aprieta los dientes, mete al equipo en un saco y se lo carga a la espalda. Lo ha hecho siempre, no va a dejar de hacerlo mientras defiende los colores que le han visto crecer. Pero no puede hacerlo todo. Ni siquiera presionar una jugada que ocurre a diez metros suyos en el descuento de un partido. Tampoco cerrar la banda derecha, un coladero por el que el Betis hizo añicos la defensa culé. 

Álex Moreno volvió a enrojecer las mejillas de una defensa descompuesta, echó el balón atrás y Loren rompió la red como quien corta gelatina. El Barça entendió entonces muchas cosas. Messi es siempre la solución, nunca el problema, cuya raiz es mucho más profunda que un vídeo manipulado con oscuras intenciones. Koeman tiene mucho trabajo por delante. Mientras agarra pico y pala, Leo seguirá ahi, listo para un roto y un 'descosío'.  

Lo suyo es un festival. Un festival de generosidad porque el desastre de Griezmann en el primer tiempo lo convirtió en sonrisa y abrazo regalándole un gol en el segundo. Pero también hizo mejor a Pedri, al que le dio opciones serias para entregar el balón. Y a Sergi Roberto, al que le propuso una asistencia de tacón que el de Reus no desaprovechó y Leo mucho menos. Rompió la red ante Bravo y marcó su primer gol de jugada. GOAT necesita retos, no discusiones mundanas ni debates intrascendentes. 

Pedri marcó, casi al límite del tiempo el quinto, cerrando un marcador que habría sido otro sin ese futbolista que arrancó desde el banquillo y que cerró estúpidos debates de un patadón.

Hagan el favor, quienes lo hayan hecho, de no volver a usar el nombre de Messi en vano. Sean dignos y, sobre todo, quiéranse un poquito.