¿Qué pasa con Dembélé?

Javier Giraldo

Javier Giraldo

El fichaje de Ousmane Dembélé despertó una enorme expectación cuando el francés desembarcó en Can Barça: el primer jugador que rompió la barrera de los cien millones de euros en el club estaba llamado a ofrecer excelentes alternativas en el ataque, pero la realidad ha desmentido casi todas las expectativas.

En partidos decisivos, el francés apenas ha aparecido, más allá de su gol ante el Chelsea en los octavos de final de la Champions. La eliminatoria ante la Roma es el ejemplo perfecto de lo irregular de su temporada blaugrana: justo cuando empezaba a emerger después de dos lesiones (la primera más grave, que le mantuvo tres meses y medio fuera del equipo), vuelve a quedar condenado a un rol absolutamente secundario.

Dembélé no jugó ni un minuto en la ida, cuando el Barça pareció resolver el cruce con el 4-1 del Camp Nou. Y en la vuelta no fue titular: de hecho, fue el último cambio de Ernesto Valverde. Entró al campo en el minuto 85, en sustitución de Semedo y con el Barça buscando desesperadamente un gol salvador, sin margen de maniobra y con escasas opciones de aportar algo al equipo.

más dudas que certezas

A lo largo de toda la temporada, a Dembélé le han acompañado más dudas que certezas. Solo ha aparecido con cuentagotas, mejor asistente que goleador (siete asistencias, un gol) y lastrado por las lesiones, el francés no ha tenido continuidad y en ningún momento se ha sentido titular.

Desde su llegada, la sensación que emite el jugador es la de un futbolista desubicado, que necesita al menos una temporada completa para aterrizar en el equipo, adaptarse al sistema de su entrenador y encajar en la ciudad. Todo en Dembélé es expectativa de futuro y provisionalidad, más que presente y realidad. 

un futuro prometedor, pese a todo

A pesar de todo, Dembélé no está entre los jugadores más discutidos de la plantilla. a sus 20 años (cumplirá 21 años en mayo). Tanto la dirección deportiva como la afición le consideran un jugador más de futuro que de presente, por lo que no conviene cargar las tintas contra un jugador que ya ha demostrado cierta fragilidad, tanto psicológica como muscular.

Más que ponerlo en la diana, conviene protegerlo y poner a su alcance los elementos que le permitan rendir a un buen nivel y ofrecer su mejor versión. Dembélé es uno de esos jugadores que necesita un hábitat muy concreto para explotar todo su fútbol: no ha podido ser en su primera temporada, pero quizá a partir de la próxima temporada puede empezar a ofrecer todo lo que lleva dentro.