La Liga del retrovisor

Siete días atrás, el Barça recibía al Sevilla con una ventaja respecto al Real Madrid de cinco puntos. Siete días más tarde, el Barça abandonó Villarreal con once puntos más que los blancos.

La imagen que proyecta el retrovisor con el que el líder de LaLiga observa a sus perseguidores es cada jornada que pasa más lejana, más pequeña. Mientras los de Ancelotti regresaban de Rabat con el Mundial de Clubs en la maleta, el Barça sigue a lo suyo, combinando partidos completos con otros en los que cuesta cerrar el marcador y acaba sufriendo, pero en los que se reproduce, jornada a jornada, un mismo patrón:victoria y portería a cero.

La plantilla que dirige Xavi volvió a ganar lejos de casa, donde solo ha dejado escapar los tres puntos del Bernabéu, lo que significa que han sumado 30 puntos de 33 posibles, un dato que confirma la convicción con la que este equipo quiere volver a ser campeón, con la voracidad con la que ha planteado el asalto a LaLiga.

El retrovisor no engaña y el miedo escénico es el que sentirá el Real Madrid el próximo miércoles cuando en el Santiago Bernabéu arranque el compromiso aplazado ante el Elche. 

La receta conocida

El Barça más pragmático, el que suma ya siete 1-0 en el torneo de la regularidad, no dio continuidad a lo mostrado ante el Sevilla en el Spotify Camp Nou, pero mostró, una vez más, una capacidad para competir gigante. El Villarreal fue la última víctima de una receta que los blaugrana bordan.

Con una dosis suficiente del poderío físico de Kounde para recuperar en la medular y otra pizca del talento desbordante de De Jong, Raphinha, Lewandowski y Pedri, los de Xavi construyeron un golazo de vídeoteca, para disfrutarlo en bucle. Sin embargo, como tantas otras veces, no supieron cerrar el partido y acabaron sufriendo, una faceta a la que el Barça parece haberle cogido el gusto, dando la sensación de que también disfruta. 

No existe mejor forma de crecer como grupo que mirarse a la cara tras cada victoria por la mínima, llegar al vestuario y, partido a partido, sentirse más poderoso, casi invencible. Desear que llegue el próximo partido es la mejor prueba de que el proyecto mantiene una clara y evidente línea ascendente. Hacerlo agarrado al retrovisor y comprobar que quien pelea por tu mismo objetivo aparece difuso confirma que el camino es el correcto.