"Franco admiraba a Pepe Samitier"

Cuando creía que los malos tragos habían pasado, Nicolau Casaus se enfrentó a dos órdenes de expulsión del país que, gracias a los oficios de Samitier, no se llevaron a efecto. Mientras tanto, seguía haciendo barcelonismo... y oposición a los presidentes de la entidad

Nicolau Casaus empezó a tener peso específico dentro de la masa social barcelonista gracias a su cargo de presidente de la Penya Solera y, sobre todo, a que fue nombrado responsable de la 'comisión organizadora de los festejos del nuevo estadio' junto a Alejo Buxeres Pons: "El se encargó de los aspectos deportivos y yo de todo lo social, que ya entonces era lo que mejor se me daba".

El día de la inauguración del Camp Nou, el 24 de septiembre de 1957, Casaus vivió una jornada inolvidable "aunque quizá jamás en mi vida sudé tanto porque hacía muchísimo calor y yo iba embutido en un chaqué, como correspondía para la ocasión".

Casaus, en su afán por mejorar el FC Barcelona, aceptó sumarse a la Junta Directiva de Narcís de Carreras, algo que no pudo hacer realidad "porque las autoridades políticas habían prohibido que ocupara cualquier cargo directivo. Ya conocen ustedes las razones".

Sí. Y no se quedaran ahí los brazos ejecutores de la doctrina franquista. En dos ocasiones dictaron orden de expulsión de España para Nicolau, entonces Nicolás: "En cierta ocasión, en un acto público, hice un discurso en catalán y eso molestó a alguien de la Dirección General. Me dieron quince días para abandonar el país. Y otra vez, repitieron la misma amenaza porque mandé retirar un retrato de Franco de la entrada de la Penya Solera. Un chivato me delató y la cosa se puso fea".

Corría 1954. Tanto que Casaus llegó a despedirse de su esposa y de su hija María Roser, a la sazón una moza de diecisiete años, que lloró desconsoladamente: "Intervinieron dos personas, Samitier y José María de Cossío, el gran académico, al que me unía una gran amistad. Este le escribió una carta en persona a Franco diciéndole que ojalá todos los españoles fueran como Nicolás Casaus. Samitier, por su parte, le pidió a Franco lo que él llamaba 'un pase adelantado', es decir, un favor. Y Franco se lo concedió. La verdad es que Franco sentía debilidad por Samitier, al igual que por Zamora. Los quería y los admiraba".

Casaus, finalmente, se quedó en España. Poco a poco empezó a ejercer como oposición seria y reconocida a Enric Llaudet. Y más tarde a Agustí Montal: "El Barça perdió una Liga bajo la presidencia de Llaudet y fuimos muy duros con él. La verdad es que le amargamos la existencia muchas veces. Yo era bastante jabalí. Quiero decir, de talante ácido, aunque siempre sin perder el respeto ni la compostura. Con esto dejo muy claro que a mí no me molesta la oposición que hoy en día lleva a cabo 'L'Elefant Blau'. Sería un hipócrita si no la entendiera. Es lógico que no esté de acuerdo en todo con Núñez y su Junta Directiva. Yo lo único que les pido es que hagan una oposición digna y basada en el respeto a las personas y a la entidad". Una máxima de Nicolau Casaus.