Crónicas de Abu Dhabi

Estadio: tabaco requisado y lavabos 'adaptados' a la chilaba

Un litro de gasolina cuesta una cuarta parte que en España.Se llena el depósito con 10 euros

Albert Masnou

Después de tres días en Abu Dhabi uno ya empieza a conocer por donde pisa. Nos vamos acostumbrando que a las doce se oiga por altavoces de toda la ciudad el llamamiento a los fieles para rezar, al lujo de los hoteles y a la (excesiva) atención de los camareros. Hay otras cosas, sin embargo, que uno debe pellizcarse para darse cuenta de lo que está viviendo es real. Sorprende ir a una gasolinera (no hay muchas), repostar en una berlina y ver que la factura sólo es de 10 euros. El litro vale veinticinco céntimos de euro, cuatro veces menos que por nuestras tierras donde ahora una ola de frío está marcando el día a día. Aquí el calor es impresionante.

En la sesión preparatoria del equipo, a media mañana, el termómetro subió hasta los 30 grados. En los entrenamientos no hay sorpresas como las vividas la noche anterior, en el partido contra el Atlante. "No puede fumar en el estadio", advierte un policía. "OK", respondió nuestro compañero Valentí Enrich. Le cachearon y le revolvieron la maleta hasta que encontraron un paquete de tabaco. "Esto no puede entrar en el estadio", le dijo ya en un tono mucho más agresivo e incluso estuvieron a punto de prohibirle la entrada. Tuvo, como los otros compañeros que fuman, que dejar el paquete en la entrada del estadio, encima de una bandeja, y cuando acabó el partido lo recogió. Allí estaba. Nadie lo había tocado. Él tuvo suerte; otros no han tenido tanta.

Aquí viven los partidos de fútbol de una forma muy particular. Las mujeres a un lado de la grada y en la parte posterior de la tribuna, enfrente de los aseos, hay repartidas un sinfín de alfombras orientadas hacia la Meca para que los creyentes puedan orar cuando llega el momento establecido. Dejan el partido a medias, se descalzan, rezan y vuelven a animar a su equipo, en este caso mayoritariamente el Barça.

Darse una vuelta por los aseos de esta ciudad también es una experiencia. Limpios y con dos variantes para limpiarse. Papel para unos y manguera para otros. Sí, una manguerita con la que asearse. Siguiendo en este apartado tan práctico, nos encontramos que en los lavabos de señores no hay urinarios sino letrinas para que así los que van con túnica y necesiten orinar no tengan que desprenderse de ella. Retiran la chilaba adelante, el culo para atrás, hacen un hueco en medio y luego orinan.

Por fin he entendido porqué unos van con un turbante blanco y akal negro y otros con turbante rojo. "El primero es más oficial y el segundo es más deportivo. Cada uno usa el que quiere", nos cuenta el guía que viene del Yemen. En todo caso, no deben tener muchos problemas para vestirse pues su vestimenta habitual consta de la chilaba, una blusa, unas sandalias, un turbante y un akal. No aprecio muchas variantes. Menos tienen algunas mujeres, ocultas tras un velo negro del que sólo sobresalen sus ojos. Algunas otras van más 'normales' a la mirada de los occidentales.