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Descubrimos el Rafinha más personal: "El carácter de Luis Enrique marca"

La que tenía que ser su temporada de consagración se torció con una grave lesión. Rafinha tuvo que sobreponerse a un golpe durísimo cuando vivía sus mejores días. Una montaña rusa de la que ha salido reforzado tal y como se está comprobando esta temporada 16 / 17

Dídac Peyret

Rafinha creció en Barcelona, pero siente el fútbol y la vida como los cariocas. Cuando está cómodo, habla con una amplísima sonrisa. Es lo que los brasileños llaman ‘alto astral’; una onda positiva. Un contagioso sentido liviano de las cosas. Quizás por eso –y porque es un competidor nato– se sobrepuso a una lesión aterradora. Puede que por idéntico motivo, sea uno de los preferidos de Luis Enrique. 

Un día, hablando con tu padre, me dijo que contigo nunca sabía si hablabas en serio.

[Sonríe]. Sí. Me considero una persona muy alegre y bromista. Me tomo la vida con mucha alegría. Pero cuando las cosas se ponen serias, lógicamente, soy una persona seria.

De hecho, cuando haces las pruebas en el Barça, Mazinho te enreda y te dice que no te han seleccionado.

Sí, ahí ya ves que somos una familia bastante bromista [risas]. Cuando había hecho la prueba, vino y me dijo que no la había pasado. Tal cual. Que no me querían. Que no contaban conmigo. Imagínate eso para un niño de 12 años, pues más o menos te hundes. Pero a los cinco minutos, me llamó mi madre diciendo que estaban de broma. Estaban todos compinchados.

¿Qué papel jugó Thiago?

Se alejaba un poco porque, claro, se le escapaba la risa. Miraba al suelo... aguantaba, ahí, la broma de mi padre. Pero bien, imagínate, al final, la ilusión de un niño de 12 años cuando le dicen que va a jugar en el Barça el año que viene.

¿Qué es lo primero que se te pasó por la cabeza cuando supiste que te había escogido un equipo como el Barça?

Para un niño es un sueño. En mi caso, pensaba que era algo imposible. Porque piensa que un año y medio antes de la prueba yo era portero. Y siempre me imaginé de portero. Así que, cuando pasé la prueba del Barça, fue como: ¿Qué está pasando aquí? No me lo imaginaba.

¿Nos hemos perdido un gran portero?

Pues no, por la altura. Aunque mido uno noventa y siete ¿Eh? [sonríe]. Es broma, pero ¡me encantaba! ¡Me encantaba! Y si midiera uno noventa me gustaría ser portero. De hecho el año pasado después del entreno me quedaba bastante de portero para que me chutaran.

¿Qué te llama la atención de ser portero?

Recuerdo que de pequeño me llamaba la atención la ropa. La ropa de portero ¡Hostia! Esas camisetas de colores... las medias altas, los guantes. Todo me parecía una pasada. En el Celta siempre me fijaba en Dutruel, que para mí era un porterazo. Y le cogí mucho cariño. En Brasil jugué de portero en el Flamengo. Luego vine a Galicia y seguí de portero, y luego ya me cambié.

Tu familia te llama Rafa. ¿Cómo surge el apodo de Rafinha?

Comencé a querer lo de Rafinha cuando llegué al Barça. Cuando hacía dibujos en la camisa, me ponía Rafinha. Y en Brasil siempre me llamaron así de forma cariñosa. Se quedó así. Y así me gusta. 

Precisamente en Brasil pasabas muchos veranos en Barra de Tijuca jugando a futvoley con tu padre, tu hermano y futbolistas míticos como Donato ¿Qué recuerdas de esos días?

Había muchos exfutbolistas. Jugábamos pachangas, futvoley... de todo con mi padre, pero sobre todo con mi hermano Thiago. 

¿Quién era el bueno de los dos en esa época?

Él. Siempre Thiago. El crack era él.

¿Te picaba mucho?

Abusaba bastante [risas]. Pero yo siempre fui muy competitivo para estar al nivel si la situación requería. En este caso, jugábamos siempre dos contra uno. Mi padre y yo contra mi hermano. Mi hermano y yo contra mi padre… cosas así.

¿Quién acostumbraba a ganar?

Normalmente siempre tenía que ganar yo, porque era el pequeño y si no terminaba llorando. Era muy competitivo. Digamos que hasta que no ganaba no se podía parar el juego [risas]. 

Y Mazinho haciendo equilibrios...

Le tocaba jugar el papel del padre: cincuenta por ciento. Quizás un poquito más a mí por ser el pequeño.

Ahora que los dos vais madurando y sois cada vez más adultos, ¿quién ha salido más a Mazinho?

[Se lo piensa] De manera de ser… Yo diría que mi hermano. Thiago, que es una persona un poquito mas seria que yo. Como persona creo que mi hermano, aunque yo también tengo muchas cosas suyas. 

¿Y futbolísticamente?

Yo creo que ahí los dos somos bastante diferentes. Mi padre técnicamente era muy bueno pero defensivamente también. Era un mediocentro defensivo que sabía jugar, que sabía manejar a un equipo. Pero nosotros éramos más de ataque. Nos gustaba más hacer tonterías con el balón.

¿De los cinco quién es el más competitivo?

¡Uff! Somos una familia muy, muy competitiva. Creo que es una cualidad ¿no? Nos lo han inculcado nuestros padres. Pero de los cinco… te diría que mi madre [risas]. 

Valeria es la tapada.

Sí, sí, te diría que la más competitiva de todos. [Fue jugadora de voleibol].

Hay un partido mítico que juegas junto a Thiago en 2011 contra el Bate, que es el único que habéis jugado juntos en el primer equipo del Barça. ¿Cómo lo viviste?                                                                                                                                                    Fue un sueño hecho realidad. Algo que siempre sueñas, pero que nunca imaginas. Para la familia y para nosotros fue algo increíble. Me llamaron del primer equipo para entrenar, y me fui haciendo la idea de que podía entrar en la convocatoria… y al final estábamos ahí los dos con el primer equipo. Un sueño.

Luego llega el momento en el que Thiago decide irse del Barça. ¿Cómo te quedas el día que te dice: ‘Rafa, yo me voy’?

Yo sabía que para su carrera sería un paso importante. Yo lo apoyo en todo. Para mí fue una buena decisión salir del Barça.

De ti se dice que eres más brasileño que Thiago en la forma de encarar las cosas.

Yo creo que sí porque mis vacaciones siempre las pasaba ahí. Thiago no porque tenía que jugar los Europeos sub-17, sub-19... Yo me pasaba tres meses en Brasil. Estaba con mis amigos, y siempre fui muy de Río, he convividó más con eso. Siempre me he sentido muy brasileño.

¿Quién de los dos hermanos le da más vueltas a todas las cosas?

Mi hermano. Él se toma las cosas más a pecho. Yo me paro a pensar, pero mi hermano le da más vueltas. Lo analiza. Es más de ese estilo.

Seguramente, por ese perfil, pudiste ser una buena influencia durante su grave lesión.

Así es. Mi hermano Thiago es más de a ver qué podemos hacer las cosas; a ver qué va a pasar. Yo soy más de... [hace un chasquido con los dedos]: ‘ya está, no puedo hacer nada más’, y lo que queda es recuperarme y darle menos importancia de la que tiene, seguramente.

¿Qué sentiste en el momento de la lesión?

Por primera vez noté el ruido ese fuerte y pensé: esto es algo fuerte. Pero, claro, con la esperanza de que no hubiera rotura. De que fuera algo menos. Pero por el ruido ya sabía que algo malo había.

Una vez sabes la gravedad de la lesión, ¿cuál fue el momento más difícil?

La primera semana. Los primeros tres días te hundes un poquito. No ves las cosas claras. Piensas: ¿por qué a mí? Son momentos de decir: lo que más me gusta es jugar a fútbol y no lo voy a poder hacer durante seis meses. Es un palo grande.

¿Y el mejor momento?

La vuelta. Porque piensas en todos los esfuerzos. En todo el trabajo que haces durante la lesión.

Hay gente que se hace un tatuaje para superar un momento vital complicado. ¿Caíste en eso? 

No, porque no es un recuerdo bueno. Me lo llevé más al terreno de la música que al de los tatuajes.

De hecho, tocas la guitarra bastante bien.

Lo aprendí todo con tutoriales del Youtube [risas]. Puedo decir que aprendí gracias al Youtube. ¡Imagínate este año con la lesión! Le he dado mucha caña. Era mi forma de desaparecer y despejar la cabeza.

¿Si pudieras formar parte de una banda, en cuál te verías como guitarrista?

¿Actual? ¡Hostia! Ya se han separado, pero Guns N’ Roses. Slash también me gustan bastante. Me gusta mucho la música. Toda, ¡hasta la ópera! [Rompe a carcajadas]. Escucho absolutamente de todo; pero según el momento que esté pasando elijo un tipo de música u otra.

¿Cuántos tatuajes tienes en el cuerpo?

En total siete. Pero ya he parado. Lo he dejado durante un tiempo. El que más me gusta es el que salgo con mi hermano [una imagen de los dos de pequeños acompaña del mensaje “amor eterno], porque todo lo hacemos juntos. Y aquí [se toca el brazo] tengo el nombre de mi madre, de mi padre, y de mi hermana. Y luego las fechas de nacimiento de mi familia.

Este año se te ha visto muy cerca de Neymar. ¿Cómo surgió esa complicidad?

¡Ah! Te diría que por la edad. Somos dos brasileños con una forma de ser parecida, dos personas alegres, así que siempre hay diversión y cachondeo.

¿Crees que en el futuro puede tener el rol de jugador franquicia en el Barça que ahora tiene Messi?

Sí. Para mí dentro de pocos años Neymar será el mejor jugador del mundo.

¿Qué tiene que lo hace tan diferente?

Son futbolistas que nada más verlos, sabes que son diferentes. No se puede explicar. Es como ver a Messi; sabes que es diferente. Por cualquier cosa; por la habilidad. Por la técnica. Por lo fácil que hacen las cosas complicadas. Son jugadores que nacen con estrella.

Hemos visto goles increíbles de Messi en los partidos, pero vosotros lo disfrutáis también en los entrenamientos. ¿Nos hemos perdido su mejor gol?

[Se lo piensa]. Le he visto hacer cosas increíbles. Cosas únicas ¿eh? De regatearse a todo el equipo. Incluso de marcar de chilena, que eso no lo ha hecho aún en los partidos. Para mí es el mejor jugador de la historia del fútbol.

¿Y qué me dices de Luis Suárez? ¿Es otro distinto?

Su secreto es el trabajo. Es un tío que no para, que no para. Sabe las cosas que quiere y su mejor virtud es que es un killer. No perdona, tiene una facilidad brutal para marcar goles.

¿Cómo se llevan tan bien un argentino, un brasileño y un uruguayo? 

[Sonríe]. Es gracioso. Es gracioso. No sé, simplemente encajaron. Son tres personas fáciles de convivir. Encajaron y se demuestra formando la mejor delantera del mundo.

¿Cómo valoras la temporada del equipo?

Yo creo que muy buena. Ha sido una temporal muy buena. Con dos títulos importantes.

Me gustaría hablar de Luis Enrique, que es un técnico que conoces muy bien. ¿Cómo recuerdas tus primeros pasos con él?

Me acuerdo de una anécdota con Luis Enrique. Yo venía del Juvenil y era uno de mis primeros entrenos con el filial azulgrana. Recuerdo los primeros años en el Barça B y eran de un físico ¡ufff! Muy fuerte. Corríamos bastante. Me acuerdo que ese día estaba muerto. Estaba corriendo y me llamó en medio de un juego de posesión. Y entonces me dijo: “¿Estás bien, te pasa algo?” Y yo: “No, no, estoy bien. Y entonces, va y me dice: “Muy bien, pues entonces ponte a correr [carcajadas]. Y yo pensando: “¡no puedo más!” Era un poco su marca, su forma de ser. Una persona que sabe lo que quiere y de mucha raza.

Del Luis Enrique del Celta al Luis Enrique del Barça, ¿es el mismo entrenador?

Sí. Sí. Son otros jugadores lógicamente pero la forma es la misma. El querer jugar al fútbol. Cambió cosas del Celta y el equipo mejoró una barbaridad.

¿Y en el trato personal y la gestión del grupo?

Sí, también. Ahí marca el carácter de Luis Enrique. Lógicamente estamos hablando de superestrellas, pero el carácter de Luis Enrique se traduce en el carácter de un equipo que no se rinde nunca, pase lo que pase.