Una Asamblea tan democrática como obsoleta

Laporta, durante la Asamblea

Laporta, durante la Asamblea / Valenti Enrich

Joan Vehils

Joan Vehils

El presidente Joan Laporta no elevó el estado de ánimo de ninguno de los 276 socios que estaban presentes al inicio de la Asamblea a las tres y media de la tarde. Quizá porque el video introductorio no era demasiado eufórico o porque la imagen de Messi entristeció a más de uno, pero la cuestión es que Laporta en su primera intervención usó un tono muy bajo y con una seriedad inhabitual en él. Tanto es así que entre la hora y el tono provocó el bostezo de más de uno. En su discurso el presidente utilizó en diversas ocasiones tres palabras que forman parte del ideario de Pep Guardiola y que no son otras que prometer: ‘Trabajo, trabajo y trabajo’. Luego llegó el debut del vicepresidente económico, Eduard Romeu, que presentó los números de la pasada y actual temporada transmitiendo una cierta tranquilidad a los presentes pese a la gravedad de la situación económica.

Y llegó el primer turno de preguntas y las primeras muestras de que la asamblea del Barça es tan democrática como prehistórica. Solo hay que observar lo ocurrido en las primeras intervenciones donde casi ningún socio preguntó sobre lo que tocaba. El primero pidió llevar a juicio a Bartomeu, el segundo destacó la valentía del presidente, el tercero felicitó a los del hockey, el cuarto pidió apretarse el cinturón y el quinto aseguró que en el primer equipo había unas ‘pepas’ que no valen para nada… Además, no puede permitirse que el día que se celebra la asamblea más importante de la historia del club deba hacerse deprisa y corriendo porque empieza el partido. La imagen de modernidad que necesita el Barça del futuro no hay duda que no es la que transmite la asamblea de socios compromisarios. ¡Ah! Y a todo eso hay que sumar la lentitud e inexactitud que supone tener que sumar los votos uno a uno contando las manos alzadas.

 Pues eso, que llegó el punto más importante de la tarde que presentaba la vicepresidenta y única mujer, Elena Fort. Explicó bien el proyecto y las variaciones del nuevo Espai Barça y lo remató el nuevo director general, Ferran Reverter en la vertiente más económica. Y sí, tras esas intervenciones, y tras casi cinco horas de asamblea, fue cuando se complicó el asunto. Nadie quería votar con prisas un tema tan trascendental y que puede comprometer el futuro del club. Gaspart dijo que era mejor votar sí que no pero tampoco le hicieron demasiado caso… Ya solo faltaban 20 minutos para el inicio del partido cuando acabaron las intervenciones más críticas. Laporta lo resumió diciendo que era la prueba de que el club está vivo y es democrático y se llevó la ovación de la tarde al aplazar la votación. Fue listo y hábil viendo la que le podía venía encima y se creció una vez más ante las adversidades. O sea, que apareció Laporta en esencia realizando un cambio de ritmo de esos que Johan Cruyff desplegaba en el campo. Pues eso, que suspendió la asamblea, no se votó nada de lo importante y todo el mundo llegó a tiempo para ver el partido. En fin, unos lo tacharán de fracaso y otros de éxito, pero lo que está claro es que el sistema, el modelo y este tipo de asambleas merecen, como los estatutos, una reforma integral.