Confidencial SPORT: algo se rompió en el vestuario del Barça
No solo el sueño de Messi y todos los culés de reconquistar Europa se esfumó en Liverpool. Lo de Anfield rompió algo más. Al margen de las dudas multiplicadas hacia la figura de Ernesto Valverde y la política de fichajes, la catástrofe en Champions ha quebrantado la armonía del vestuario. El golpe ha sido tan duro que incluso de puertas hacia adentro se respira un ambiente extraño. De frialdad.
Hace un año, el 3-0 de Roma se encajó desde la unidad total. Los jugadores hicieron piña y coincidieron en calificar la derrota como una cura de humildad. La plantilla no dudó ni un segundo. De nada ni de nadie. El mensaje interno vino a ser algo como: "Una lección como esta siempre viene bien de cara al futuro. En Europa no nos podemos relajar ni un segundo".
En las horas posteriores al KO en el Olímpico, nadie en el vestuario azulgrana -ni en el club- tuvo la sensación de que el proyecto estuviera tocado de muerte. Los jugadores aceptaron el fiasco y se conjuraron para volver más fuertes esta campaña. Incluso varias de las declaraciones de los jugadores insistieron en la necesidad de "estar más juntos que nunca".
Un año después, el fracaso es el mismo pero la sensación es otra mucho más alarmante. En el terreno de juego, solo Ter Stegen parecía creer en la reacción tras encajar el 3-0 de Wijnaldum. Messi y Suárez ni se miraban. Valverde solo contemplaba la tormenta sin dar ni una sola indicación. A su lado, Klopp no descansaba dando órdenes a sus pupilos.
Pero lo peor se vivió -y se está viviendo- una vez ya consumado el KO. En el vestuario nadie se atrevió a articular palabra. Messi se fue al control anti-doping y apenas tuvo contacto visual con sus compañeros. No hubo cumbre en la caseta. Ni siquiera una breve charla para compartir cómo afrontar la situación de puertas hacia fuera. De hecho, varios jugadores abandonaron el vestuario antes de que la prensa incluso pudiera llegar a la zona mixta. Una ducha en tiempo récord.
Prueba de que no se consensuó un discurso colectivo es la sorpresa que se llevó Busquets al enterarse de que, instantes antes, Luis Suárez había dicho que el equipo "parecía de juveniles" en el 4-0. Piqué, portavoz en tantas otras ocasiones, prefirió guardar silencio.
Han pasado ya cerca de 48 horas desde el final del partido y no hay ni un solo post de los jugadores en las redes sociales. Ni uno. Igual que se percibe entre el barcelonismo, lo de Roma colaba como un accidente pero lo de Anfield hace titubear al proyecto. En el vestuario no existe ya el convencimiento de que todos están juntos en esto, pues hay muchos frentes abiertos. Por poner algunos ejemplos, Cillessen ya dijo que se quería ir, Coutinho ha vivido una temporada complicada y está más fuera que dentro, el futuro de Rakitic sigue en entredicho y Arthur se ha visto relegado a la suplencia tras ser encumbrado.
A la delicada situación personal de varios hombres hay que añadirle el desgaste en lo anímico de otros. Ter Stegen, Piqué, Jordi Alba o Messi están instalados en el sobresaliente pero aún así siguen viendo las finales de Champions desde casa. Y ante tantos golpes, la confianza de que se está en el buen camino mengua. Sobre decir que el 4-0 ha dilapidado el crédito de Valverde entre parte de sus 'vacas sagradas'.
A la espera de las decisiones que se tomen desde arriba, los síntomas que desprende el grupo apuntan hacia un agotamiento genérico que exige cambios y aire fresco de cara a la próxima temporada. Hagan sus apuestas.
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