El 'infierno' de Belgrado no intimidó ni a los árbitros

El Stark Arena fue una gran ‘caldera’ con más de 20.000 espectadores, pero por suerte no hubo ningún incidente

La grada se rindió ante Obradovic con un gran mosaico y fue perdiendo fuerza a medida que reinaba Tavares

El Stark Arena, impresionante minutos antes del pitido inicial

El Stark Arena, impresionante minutos antes del pitido inicial / AFP

David Rubio

David Rubio

Por suerte, el baloncesto y la deportividad han reinado este martes en Belgrado a pesar de que las expectativas eran cuando menos preocupantes después de lo sucedido el jueves en el Wizink Center cuando tanto el Real Madrid como el Partizan ensuciaron el deporte con una tangana indigna y con mención especial para Guerschon Yabusele. Y el cuadro español ha salido victorioso (80-82), por lo que la serie de cuartos de la Euroliga seguirá el jueves en la capital de la antigua Yugoslavia con 1-2.

Consciente de lo que supone jugar en tierras balcánicas cuando al ambiente está especialmente caldeado, el club blanco había realizado exigentes peticiones a la organización para garantizar su seguridad en tierras balcánicas, como por ejemplo ser escoltado desde el aeropuerto sin pasar por las terminales, gozar de seguridad en el hotel y reforzar las medidas en la sede del partido.

De hecho, incluso el emblemático técnico local Zeljko Obradovic había tratado de calmar los ánimos con declaraciones que lo honran y el responsable de seguridad del Stark Arena aseguró que vaciarían las gradas al menor incidente.

Ambiente espectacular

En Serbia se vive el deporte con una pasión única. En un pabellón que se llenó a reventar en 2016 para la final del Europeo de Waterpolo de 2016 en la que los anfitriones vencieron a Montenegro por 10-8, 20.000 almas o incluso algunas más vibraron recibieron a su equipo con un espectacular mosaico dedicado a Obradovic y vibraron cuando su equipo salió en tromba y se situó 12-0.

La afición del Partizan dedicó este mosaico a Obradovic

La afición del Partizan dedicó este mosaico a Obradovic / AFP

Con una gigantesca pancarta en serbio en uno de los fondos que venía a decir que el trabajo hay que terminarlo, la hinchada del Partizan siguió en pie casi todo el partido y trataron de amedrentar al Madrid y a los árbitros, pero no lo consiguieron en ninguno de los dos casos pese al anunciado 'infierno de Belgrado'.

De hecho, escatimaron una canasta a los locales con 46-43 cuando un jugador madridista tocó el aro de manera ilegal y no vieron alguna falta de un sensacional Tavares como en una acción de Smailagic, quien irrumpió para realizar un enorme mate y recibió una 'caricia' por detrás. El caso es que el Real Madrid temía una ‘encerrona’ y lo cierto es que se encontró una cosa bastante diferente.

Eso sí, los serbios no entregaron nunca la cuchara y estuvieron a punto de forzar la prórroga cuando parecían ‘muertos’ a partir del ecuador del tercer cuarto, víctimas de su menor banquillo y del efecto de no poder contar con Lesort ni con Punter. Por cierto, que si el Partizan juega la Final Four, ya sabe que podrá contar con el base al cumplir este jueves su segundo partido de sanción.