Especial Ginóbili: La Manu de Dios

Ginóbili dice adiós al baloncesto

Ginóbili dice adiós al baloncesto / Instagram manuginobili

Dídac Peyret

Dídac Peyret

"La sensación de agarrar la pelota y ser consciente de tener detrás millones de ojos pendientes de lo que tú hagas es inigualable. Pueden ser diez o quince segundos pero los saboreas lentamente. Este sentimiento te atrapa y quieres que esos instantes no huyan. Sabes que un día el final llegará y entonces ya no habrá más flashes, más cámaras, más ojos pendientes de ti. Podrás seguir ligado al baloncesto, pero ya nada será lo mismo". 

Esta reflexión que hizo en el libro Manu Ginóbili & el milagro argentino ya dejaba entrever que llevaba años preparándose para este momento. Como si hubiera ido despidiéndose de esto, saboréando el baloncesto, a sabiendas de que en el camino sólo había un desenlace posible.

Un final, una retirada, que los deportistas tratan de mirar siempre de lejos. Ginobili lo ha hecho a su manera, mirando el asunto de frente. Reconociendo cada temporada las reglas del juego y el paso del tiempo. "Cuando tengo la pelota en las manos ya no siento que puedo salvar al mundo como lo hacía antes. Las responsabilidades del equipo deben pasar por las manos de otros".

La gran decisión

El momento definitivo llegó el lunes. "Con una gran mezcla de emociones les cuento que decidí retirarme del básquet. No me quedé con ganas de nada. Fue un viaje fabuloso que superó cualquier tipo de sueño [...][ Regresé y me puse a hacer pesas, agarré la pelota, miré a los más jóvenes entrenarse y romperse el lomo para estar bien para la pretemporada y a mí, sin embargo, todavía me dolían los últimos dos golpes de la temporada anterior".   

Adiós a 23 años de un competidor excepcional. A un jugador, como le describió Messina, "con un control increíble de su cuerpo cuando está en el aire". A un deportista que tardó tanto en dar el estirón que no entraba en los pronósticos de nadie que hiciera carrera en la élite.

Lo contaba Scola en The Players Tribune en 2017.  "Cuando Manu era un niño era solo un jugador del montón. Ni siquiera formaba parte del equipo nacional. No era alto y era demasiado delgado".

Tras dejar su huella en Argentina, voló a Europa, donde se vio la versión más brutal del argentino. Fue la versión más libre y salvaje de Manudona. Messina recuerda a menudo el espectáculo que era verle entrenar. Aquel era su particular recreo y ahí coincidió brevemente con Danilovic, uno de los grandes campeones del equipo.

En uno de los primeros entrenamientos, Messina decidió poner a Ginóbili en el equipo de titulares y su impactó fue tan brutal que Danilovic le recordó que aquel era su equipo y que el balón seguiría pasando por sus manos.

Cuando Duncan no se lo tomaba en serio

Tampoco fueron fáciles su primeros pasos en la NBA, a pesar de haber logrado eliminar a Estados Unidos en en Indianápolis y llegar con la fama de ser el mejor  de Europa. Se lo recordó Duncan en sus primeras semanas en el equipo con una de esas conversaciones que ahora recuerdan entre risas. 

"Lo vi en el verano, se me acercó y me dijo: hola, soy Manu Ginóbili y estoy con los Spurs'. Y yo le dije: 'no, no lo estás'. Asumí que era otro experimento de Gregg Popovich que vería poco tiempo por aquí".

Duncan no tardó mucho tiempo en comprender la dimensión de un jugador explosivo que era capaz de mostrar su mejor nivel cuando se sentía libre. Un perfil que chocaba con la rigidez del sistema de los Spurs. "Una vez le pregunté: ¿por qué haces esto? 'Soy Manu, es lo que hago', me respondió. Y desde entonces le dejamos hacer lo que hace", asumió Popovich. "Con su caos controlado cambió nuestro juego", destacó Duncan.

En San Antonio logró cuatro anillos y se ganó el respeto de todo. Con Argentina se puso tres medallas (una de oro en los Juegos Olímpicos de Atenas). Y en Europa saboreó la Euroliga con la Virtus de Bologna.

Pero más allá de los títulos y su honestidad, fascinó a  todo el mundo por su magnetismo con el balón en las manos. Ver a Manu era acercarse a lo extraordinario en una cancha de baloncesto.  

"Es un jugador y un ser humano especial. Es uno de esos tipos que llegan a ser el corazón y el alma de un equipo por su ejemplar competitividad. Atesora la misma feroz actitud de Kobe y Jordan, que Magic y Bird, ese tipo de jugadores. Siempre jugó con ese mismo ardor" (Gregg Popovich).