Roger Grimau salva su peor semana como entrenador del Barça
El técnico azulgrana demostró calma ante la primera gran crisis del equipo esta temporada con tres derrotas consecutivas
Los jugadores respondieron ante el Baskonia después de haber perdido su imagen de equipo compacto la semana anterior y encajando muchos puntos
Roger Grimau superó su primera gran prueba en el banquillo azulgrana después de vivir sus peores días como entrenador del Barça con tres dolorosas derrotas consecutivas que amenazaban la estabilidad del nuevo proyecto blaugrana.
Algo nuevo para Grimau, aunque el entrenador azulgrana supo capearlo con su carácter tranquilo, convencido del trabajo de todo su equipo, y una imagen de control que supo trasladar a su equipo para acabar dando la vuelta a la tortilla e imponerse al Baskonia este domingo por un claro 82-62. Una victoria que logra apaciguar por completo el ruido alrededor del equipo que ya empezaba a ser muy alto.
Y es que Grimau, un culé hasta la médula, ya sabe lo que sucede cuando el equipo ofrece sus primeros síntomas de debilidad, críticas a mansalva, dudas sobre el proyecto y exigencia máxima del entorno que suele traducirse en una presión casi insoportable.
Conocedor de la realidad blaugrana
Una situación que para cualquier entrenador que no conoce la realidad blaugrana podría superarle claramente, pero no para Grimau, que ha sabido retomar la situación, hacer creer a sus jugadores que solo se trataba de una situación pasajera y volver al equipo a la senda de la victoria lo antes posible.
"Esta semana espero que haya servido para que el equipo se una más y estemos más fuertes” decía en la rueda de prensa posterior al triunfo ante el Baskonia. “Más que con una cosa concreta del juego, me quedo con esta reacción para volver a la normalidad”, comentó.
“Aunque lo primero será seguir y reafirmarlo la próxima semana. Aquí se necesita ganar siempre y cuando pierdes estás jodido. Y el que está al frente soy yo, y al entrenador es al que se mira”, dijo.
Una victoria para cicatrizar heridas
Grimau no perdió nunca la fe en sus jugadores y tampoco lo hicieron ellos con el entrenador, conscientes de que se tenía que remar a una en los momentos complicados y estaban convencidos que cuando llegara la victoria, como finalmente sucedió ante el Baskonia, el grupo recuperaría la tranquilidad y su habitual juego, especialmente en defensa.
Ha sido toda una prueba para este Barça, que después de un inicio más que esperanzador de la temporada, las derrotas habían enturbiado ese buen trabajo inicial.
Aunque como siempre repite Grimau, la temporada es muy larga y hay tiempo para todos los estados de ánimo. De momento, los nubarrones que cernían sobre el equipo parecen haberse disipado cuando llegaron a ser muy negros y en muy poco tiempo.
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