E-COMMERCE

Circulación y e-commerce

Se ha hablado del tranvia de la Diagonal y el tráfico de Barcelona, pero no de las exigencias del reparto del e-commerce.

Nissan NV200

Algunas marcas como Nissan ya ofrecen vehículos comerciales eléctricos. / NISSAN

Raymond Blancafort

Estos días se está hablando mucho del ‘Tranvía de la Diagonal’, plan emblemático de Ada Colau y que de alguna forma marcará el futuro de la movilidad urbana en la Ciudad Condal. La Diagonal es una arteria clave de Barcelona, cuya remodelación ha sido siempre una quebradero de cabeza para los dirigentes del Consistorio y que, con la famosa consulta, acabó con la carrera política del entonces alcalde Jordi Hereu.

No voy a decantarme sobre si el bueno el tranvía por la Diagonal o mejor algunas de las otras tres alternativas propuestas. Ni sobre los repetidos avisos de Colau y su equipo sobre restricciones al tráfico privado en Barcelona, incluso limitando el aparcamiento, para ganar ‘ciudad para los ciudadanos’ y mejorar la calidad del aire.

Mi intención es poner sobre la mesa un aspecto que está quedando en segundo plano, se habla poco que puede ser muy importante. Tanto que quizás obligue a replantearse muchas cosas con mayor amplitud de miras. Me refiero al e-commerce y su influencia en el tráfico. Y eso en una ciudad que pretende ser referencia entre las ‘smart city’.

Paseen por las arterias más comerciales de Barcelona, especialmente por la mañana. Chaflanes de carga y descarga abarrotados. Furgonetas y camiones aparcados ‘cortando’ la circulación de un carril junto a la acera y en ocasiones -porque los carriles de las calles del Eixample no son muy anchos y los en ocasiones los camiones no pueden acercarse por completo a las aceras por las ramas de los árboles. Cargas y descargas muy lentas porque en muchas ocasiones hay un solo conductor por el vehículo y debe es él quien descarga y hace las entregas. Y en ocasiones lentas porque las motos aparcadas en la acera no facilitan precisamente la operación. Por si fuera poco, los camiones de reparto de bebidas que en muchas ocasiones deben descargar por el lado de la calzada con el consiguiente riesgo para el operario.

El reparto a domicilio crecerá de forma notable, quizás excepcional, en pocos años.

No lo digo porque piense que hay que poner orden a este tema, sino porque esto irá a más. El comercio electrónico, las compras a través de internet, van aumentando su importancia. El reparto a domicilio de las mercancías del e-commerce -y por lo tanto el tráfico de las empresas de mensajería y similares- crecerá de forma notable, quizás exponencial, en pocos años, muy pocos. Con el agravante de que las horas de reparto deberán concentrarse con el horario en el que los particulares estén en casa.

Los estudios afirman que un 20% del tráfico urbano lo copa la distribución. Pero quizás lo relevante es que buena parte de ese tráfico coincide con horas punta de tráfico particular, entre 8 y 10 de la mañana… y que ahora pueden extenderse también a la tarde, porque es el horario en el que los particulares están en casa para recibir sus compras.

Además ese 20% podía ser el ‘causante’ de casi la mitad de las emisiones de CO2, quizás más en el caso de NOx porque los vehículos de distribución son mayoritariamente de gasoil- con lo que de cara a la calidad del aire sería más eficaz actuar sobre este aspecto que sobre el automóvil particular.

Quizás habría que plantearse toda esta problemática de futuro, junto a la introducción de ‘electrolineras’, en profundidad y no centrarse únicamente en el tranvía, como parece. Aún no nos hemos recuperado de la última remodelación de la Diagonal como para afrontar un nuevo replanteamiento de la misma con el consiguiente coste financiero de una parte y de molestias urbanas de otra.

Es cierto, algunas empresas de mensajería se han dado cuenta del problema. Comienzan a ser habituales motos eléctricas, algunas furgonetas eléctricas y triciclos con ayudas eléctricas. Y sobre todo poniendo en marcha microcentros de distribución, desde los que es más fácil racionalizar la distribución ‘en la última milla’, es decir la distancia que media entre el microcentro de distribución y el domicilio de entrega. Pequeños vehículos más ágiles, que permiten agrupar entregas por zonas y no por marcas, y sobre todo capaces de aparcar sin molestar tanto a la circulación urbana.

Ya comienza a haber grandes empresas que utilizan camiones y furgonetas eléctricos para su distribución final. Es como un plus añadido, una marca y seña de identidad ‘verde’. Pero todo debe evolucionar todavía más, mucho más.