El Real Madrid mira al mercado invernal con una relación de amor - odio

Los merengues apuntan a que no ficharán ningún jugador en enero pese a sus cuantiosas bajas. Su experiencia en estas ventanas desaconseja inversiones.

A Ancelotti no le gusta arriesgar con los jugadores de la cantera

A Ancelotti no le gusta arriesgar con los jugadores de la cantera / Efe

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El Real Madrid sufre una oleada de bajas (nueve podría tener Ancelotti para el próximo partido ante el Cádiz) que, en algunos casos, son de media duración y largo alcance en cuanto a sus consecuencias deportivas. Tchouameni, Vinicius y Camavinga podrían estar varias semanas fuera de los terrenos de juego. Una circunstancia que, con el mercado invernal a la vuelta de la esquina, reabre el debate de si los blancos deberían recurrir a esta ventana de traspasos para minimizar las consecuencias. Todo apunta a que no habrá fichajes dentro de este periodo con el que el club de Chamartín mantiene una relación de amor-odio, con más de lo segundo que de lo primero.

En las últimas temporadas casi siempre que el Real Madrid ha recurrido a fichajes a mitad de temporada los resultados no han sido especialmente buenos. Si a ello se le une que los blancos mantienen una política estricta de fichajes (jugadores jóvenes, de amplia proyección, nada de parches costosos) y que las oportunidades en este tiempo no suelen ser muy amplias, el resultado es una decisión entendible. Así, además, lo corroboran las apuestas deportivas de Betfair, que, pese a esa plaga de lesiones, mantienen a los blancos como el tercer candidato a ganar la Champions (probabilidades implícitas del 13%) y el favorito a llevarse LaLiga (probabilidad implícita del 62%).

Leyendas invernales…

Con todo, esta tendencia a no recurrir al mercado invernal por los resultados no muy beneficiosos tiene, para el Real Madrid, notables excepciones. Algunas son leyenda. Es el caso de Marcelo Viera. El lateral izquierdo flamante ganador de la Libertadores con el Fluminense, aterrizó en Madrid un mes de enero de 2007, con apenas 18 añitos y el reto de tener por delante en su última temporada a otro mito como Roberto Carlos.

Pero lo que pocos podían prever entonces es que aquel crío sería capaz de imitar al también lateral izquierdo hasta abrir el debate de quién es el mejor en el puesto en la historia merengue. Por números, Marcelo es el primer extranjero no europeo con más partidos en la historia del club blanco, con 546 entorchados cuajados de títulos. Entre los más destacados, sus cinco Champions y cinco ligas. Y todo comenzó en un mercado invernal.

También fue fichaje destacado en su momento el de Gonzalo Higuaín, incorporado en la misma ventana invernal de 2007 que Marcelo (les acompañó Gago) y, a su escala, jugador también importante en su etapa como merengue. Aunque el Pipita abandonó la disciplina merengue justo el curso que los blancos volvieron a elevar la Champions en Lisboa, en su palmarés figuran tres ligas, en algunas con rol clave, como la que se ganó precisamente en 2008 con sus goles en Pamplona o la que venció en San Mamés también con sus goles en Bilbao. Llegó a sumar 264 partidos con los merengues y 121 goles, casi a gol cada dos partidos.

… y decepciones invernales

Claro que la experiencia del Real Madrid dice que este tipo de ventanas invernales no son espacio para casos como los de Marcelo o Higuaín. Tanto es así que la última vez que el Real Madrid fichó a un jugador en el mercado invernal sucedió en 2019, cuando los blancos incorporaron a Brahim Díaz procedente del Manchester City. En la última década, además de este movimiento, los blancos sólo han acudido a enero en dos ocasiones más: Lucas Silva (2015) y Odegaard (2017). Nada ver que con periodos anteriores en los que el Real Madrid le cogió gusto a este tipo de refuerzos, aunque casi siempre con escaso resultado.

Desde que se abrió la posibilidad de fichar futbolistas en enero (mediados de los 90), ha habido todo tipo de nombres. Desde Ze Roberto, el primer fichaje como tal en el mercado invernal en la historia del Real Madrid, hasta Gravesen (un danés al que comparaban con Shrek y que se negaba a tratarse con medicina que no fuera natural) pasando por Cassano y su sobrepeso o Faubert y su siesta en el banquillo de La Cerámica durante un Villarreal – Real Madrid. Otros movimientos amagaron con ser de buen resultado, pero no acabaron de explotar, como Lass Diarra o Huntelaar, jugadores que tenían buena proyección, pero a los que la exigencia del Real Madrid les pesó demasiado.