El Girona de Míchel reta al Leicester para poner fin a una racha de 20 años

Desde la temporada 2003-2004 no hay un campeón que no sea FC Barcelona, Real Madrid o Atlético de Madrid. Entonces la ganó el Valencia de Benítez.

Lo más parecido que se ha visto en España a este Girona fue el Super Depor de los 90, que peleó por LaLiga sólo dos años después de ascender desde Segunda.

Los pronósticos aún ven por delante a los grandes en la pelea por el título, pero ya no descartan la vía catalana. Su ejemplo recuerda al Leicester de 2016.

Girona - Leicester

Girona - Leicester / SPORT

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Al Girona se le está poniendo cara de asunto serio. Por mucho que el discurso de su entrenador, de Míchel, y de su vestuario sea el mismo, ése que se obsesiona por la salvación. Pese a ello, los catalanes ostentan un liderato que, de ser otro el equipo que lo enarbolase, seguramente se le daría como serio candidato a un título que en España no gana un conjunto distinto de FC Barcelona, Real Madrid y Atlético de Madrid desde 2004, cuando lo ganó el Valencia. Esto es, han pasado 20 años y ahora son los rojiblancos los que amenazan con romper este triunvirato de poder para dar la sorpresa y, quién sabe, convertirse en el nuevo Leicester de Primera.

El nombre de los ‘foxes’ (ahora líderes destacadísimos de la Segunda inglesa) es comidilla en Montilivi porque son quizá el ejemplo más cercano de Cenicienta en Europa al que la carroza no se le convierte en calabaza… sino en cohete. Los entonces dirigidos por Rainieri se llevaron la Premier 15-16 contra todo pronóstico y elevaron la bandera de los imposibles para que el resto de humildes del viejo continente tomaran nota. Ahora este Girona camina mejor que aquel Leicester (suma seis puntos más con las mismas jornadas disputadas), aunque con todavía la amenaza latente de que será otro el que pelee el título.

En los pronósticos de Betfair que el Girona se lleve el campeonato tiene una probabilidad implícita de apenas el 5% con Real Madrid (60% de probabilidades implícitas) y FC Barcelona (37%) por delante. Incluso el Atlético (10%) aparece por delante de un Girona que, con todo, ocupa una privilegiada cuarta posición entre los favoritos y es, de hecho, también un serio candidato a jugar competiciones europeas la temporada que viene. Si lo hiciera en Champions no sería tan llamativo. Estos pronósticos le dan un 48% de probabilidades de conseguirlo.

El nuevo Super Depor habla catalán

 

La referencia europea más cercana en el tiempo es el Leicester, sí, pero en realidad en España lo más parecido al Girona y su enorme inicio de temporada tiene como ejemplo más próximo el del Super-Depor. Los gallegos conquistaron su primer (y único) título de Liga en 2000 (aquel gol de Donato de cabeza con 40 años es historia del fútbol español), pero comenzaron a fraguar su leyenda mucho antes.

De hecho, los entonces dirigidos por recientemente fallecido Arsenio Iglesias estuvieron a una jornada de lograr el campeonato en la temporada 1993-1994, cuando sólo el penalti parado por González (o fallado por Djukic, según se mire) impidió que los de Riazor hicieran historia con aquel campeonato que dominaron casi de principio a fin. Ese último partido, empate incluido, ante el Valencia fue lo que les apartó del campeonato para dárselo al Dream Team de Cruyff. Era el cuarto consecutivo para los catalanes y el último que lograría la leyenda holandesa en el banquillo catalán.

De Segunda al estrellato

 

Aquel Deportivo de la Coruña se parecía a este Girona porque sus orígenes eran humildes y de Segunda. Los gallegos, tras diez temporadas en Segunda, ascendieron a la élite en 1991, sólo dos cursos antes de lucharle el título al Barça. Los gallegos no pisaban Primera División desde 20 años antes, cuando descendieron en la campaña 72-73. Con mimbres de la tierra (Fran, José Ramón, Liaño…) y una política de fichajes extranjeros extraordinaria (Bebeto y Mauro Silva lo representaban como pocos) fueron capaces de retar a los grandes entonces y durante casi una década más.

En el caso del Girona, los catalanes eran equipo de Segunda hace sólo dos temporadas, pululando, además, en la zona media-baja (llegaron a estar tres jornadas en puestos de perder la categoría) y después de que un curso antes hubiera rozado el ascenso a Primera, una categoría que pisaron fugazmente sólo dos temporadas. Pero aquel equipo que dirigía Míchel se sobrepuso para colarse en la promoción, tumbar a Eibar y Tenerife y ser de Primera de nuevo. Desde entonces, su Girona no ha hecho más que crecer.

A año natural, es el cuarto clasificado sólo por detrás de Barça, Atlético y Real Madrid, y apenas a 14 puntos de los catalanes. Datos para el optimismo que en Montilivi se apuran en desmontar para evitar que el embrujo desaparezca y se caigan de ese sueño que ahora ocupan con obcecada calidad. “El equipo me ha dado una lección a mí. He visto a un equipo muy decidido y me ha encantado. Los 31 puntos son merecidos. La salvación está muy cerca pero ya hay que mirar un paso más, sin dejar ese primer objetivo”, se atrevió a decir tras asaltar a Osasuna en el Sadar, quizá pensando ya sólo en puestos europeos, aunque los románticos del fútbol le pidan ser el nuevo Leicester. El nuevo Depor. Un nuevo campeón outsider.