Tanto si se va en bicicleta en carretera como en montaña, el pedaleo genera un desgaste en diferentes partes de nuestro cuerpo.
Siempre hablamos de los amplios beneficios de montar en bicicleta y de cuáles son los músculos implicados cuando realizas sesiones con la bici, tanto en carretera como de montaña.
Pero hoy nos detenemos en el lado opuesto. Revisamos los efectos negativos que pueden surgir como resultado de la práctica regular del ciclismo. Ya sea por el impacto de la posición del cuerpo encima del sillín, el modo en que se pedalea, los movimientos repetitivos o por la exposición a diversos factores ambientales.
¿Cómo afecta el ciclismo a nuestros músculos y nuestro esqueleto?
Aunque resulte obvio, cabe señalar que el primer riesgo para nuestro cuerpo son los provocados por caídas o golpes. Ya se en forma de abrasiones, esguinces, fracturas o conmociones, son un riesgo inherente al ciclismo, especialmente en situaciones de tráfico o en terrenos accidentados como en la montaña. donde el terreno es más técnico.
La postura encima de la bicicleta es importante para evitar desgastar ciertos grupos musculares y articulaciones. Estos efectos posturales pueden incluir dolor de espalda, cuello y muñeca. La inclinación constante hacia adelante y la tensión en estas áreas pueden causar afecciones crónicas.
Ante la presión continua ejercida sobre las manos y las muñecas al sostener el manillar, el nervio cubital o ulnar puede comprimirse y generar esa sensación de adormecimiento (parestesia). Un entumecimiento de las manos que puede tener lugar en la izquierda, en la derecha o en las dos. Ejercer un buen agarre es clave (aquí explicamos cómo deben colocarse las manos en la bicicleta).
Otro error habitual es ir inclinados argumentando que se coge más aerodinámica. En eso no hay duda, pero eso es un problema, porque en vez de ir en una posición estable, a menudo se opta por una posición baja en el sillín.
Esto tiene sus consecuencias: la caja torácica y la columna se aplanan y los hombros están en protracción. Esto hace que las costillas bajen y estrechen los espacios que están entre las costillas (intercostales).
Esta postura también cambia la manera de respirar, ya que los órganos de la cavidad abdominal se encierran en la cavidad torácica y empujan el diafragma hacia arriba.
Los ciclistas profesionales perciben cambios a largo plazo en la columna cervical con una posición encorvada. Sobre todo en las cronos, el centro gelatinoso de las almohadillas que separan las vértebras de la columna vertebral (discos intervertebrales) se desplacen hacia atrás.
Si no se corrige esta posición hay el riesgo de padecer una hernia discal en la columna porque el disco que se desplaza comprime la raíz de los nervios y provoca dolor.
Por otro lado, la rotación de cadera (cuando está rotada respecto al eje normalmente por una dismetría) puede provocar dolor en rodilla y molestia en la zona lumbar, hombro o mano.
Especialmente, los aductores que se reclinan sobre el sillín, se tensan a causa del constante pedaleo y esto da cierta incomodidad a las articulaciones de la cadera, al aliviar el peso del cuerpo. En rodillas, la bursitis, la condromalacia rotuliana o el síndrome de la banda iliotibial, pueden hacer acto de presencia causando dolor debido a la tensión repetitiva.
Las sobrecargas musculares en cuádriceps, pantorrillas e isquiotibiales son habituales, así como desequilibrios musculares inducidos por la gran carga de esos grupos musculares que intervienen en el pedaleo.
Por otro lado, la presión constante del sillín sobre el área pélvica puede causar neuropatía del pudendo, que se manifiesta como entumecimiento y dolor en el área genital. Aunque poco habitual, esta afección puede tener implicaciones a largo plazo en la función sexual y urinaria.
Ciclismo de montaña
En el caso del ciclismo de montaña, la posición encima del sillín un tanto erguida es una gran ventaja debido a que la posición es más vertical y esto no perjudica tanto la columna.
Pero, aquí, los músculos del tren superior trabajan más, sobre todo los deltoides y supraespinoso del hombro y los bíceps de los brazos.
No obstante, son precisamente los brazos los que trasladan los golpes a la columna cervical.
Los ciclistas al correr por terreno irregular tienen que ir con cuidado con los golpes y movimientos bruscos. Estos movimientos son absorbidos por la columna dorsal y pueden dañar los discos intervertebrales.
Por último, la exposición a condiciones climatológicas adversas (temperaturas muy bajas o altas, un sol abrasador o lluvia y viento) puede aumentar el riesgo de hipotermia, deshidratación o quemaduras solares si no se toman las precauciones adecuadas.
