Existen muchos estilos de pedaleo sobre la bicicleta. Recordarás a Miguel Induráin siempre sentado subiendo rampas durísimas, apretando los dientes, forzando los riñones y consiguiendo un estilo propio sobre la bicicleta que ha perdurado a lo largo de los años. Seguro que también recordarás a Marco Pantani o Fernando Escartín. Su manera de pedalear en los puertos de montaña, poniéndose de pie desde las primeras rampas y moviendo la bicicleta de lado a lado, era también fácilmente reconocible.
Pero llegados a este punto la pregunta es… ¿cuál es la mejor forma de pedalear cuando debemos afrontar una subida?
Pedalear sentados nos permite mantener una cadencia de pedaleo alta y constante pues la fuerza que empleamos se aprovecha mejor para transmitir toda la potencia generada durante el pedaleo de una forma más efectiva.
Además, al ir sentados mejoramos nuestra aerodinámica, pues reducimos la superficie de rozamiento de nuestro cuerpo. Esta es la principal razón para ir sentados siempre cuando se rueda en grupo y durante las contrarrelojes, donde vemos a los ciclistas perfectamente sentados y “acoplados” encima de sus bicicletas adaptadas para estas pruebas.
Si rodamos a gran velocidad en terreno llano o de repechos es importante mantener la posición encima del sillín el máximo tiempo posible. El coeficiente aerodinámico es inmensamente superior y la musculatura va a agradecer el hecho de llevar una cadencia de pedaleo algo más alta.
En el caso de la bicicleta de montaña mantenerse sentados durante las subidas es especialmente importante. Cuando vamos en BTT es normal encontrar zonas con raíces, piedras, distintos tipos de terreno… y mantenernos sobre el sillín es vital para evitar que la rueda trasera patine y, a fin de cuentas, que pueda traccionar bien.
Cuando hay que ir de pie sobre la bici
Muchos ciclistas en ocasiones nos ponemos de pie durante un tiempo para cambiar de posición y estar más cómodos. Evidentemente no somos profesionales y no importará que perdamos algo de fuerza o velocidad por romper la aerodinámica. Alternar ambas posturas nos va a permitir también relajar algunos músculos por unos segundos y rebajar la tensión muscular.
Sin embargo, lo óptimo será solo ponernos de pie cuando sea realmente necesario, cuando necesitemos aplicar un extra de energía para superar una rampa especialmente exigente, esprintar, etcétera.
Pedalear de pie implica un mayor gasto de energía y claro, si no vamos muy sobrados de fuerzas, puede acabar pasándonos factura. Cuando vamos de pie es más complicado mantener un ritmo constante. De hecho se suele ir más atrancados, se lleva una cadencia más baja y por lo tanto solemos forzar más la musculatura.
Es decir, ponernos de pie será interesante y beneficioso en ciertos repechos más duros y en sprints de corta duración. Esta postura nos permite acelerar el ritmo y conseguir una mayor potencia sobre la bicicleta.
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Potencia y control de las fuerzas
En realidad lo más importante sobre si ir de pie o no sobre la bicicleta es saber el gasto energético que supone ir de pie frente a ir sentado. O lo que es lo mismo: más fuerza y potencia, mayor gasto.
Si no hemos entrenado lo suficiente y llegamos a una ruta larga y exigente con los deberes sin hacer será recomendable intentar dosificar bien las fuerzas para no sufrir al final de la ruta. Es decir, convendrá ir el máximo posible sentado.
Dicho esto, cómo decíamos al principio, cada ciclista tiene su estilo de pedalear y su manera de correr. Por lo general los ciclistas pequeños acostumbran a pasar más rato de pie que los ciclistas corpulentos que prefieren tirar de fuerza y potencia. Esos duelos de Induráin y Pantani es el mejor ejemplo.
