Rafa Nadal buscará su décimo Roland Garros ante Stan Wawrinka

Rafa Nadal se mostró inalcanzable. Histórica décima final en París para él

Rafa Nadal se mostró inalcanzable. Histórica décima final en París para él / EFE

Neus Yerro

Rafa Nadal buscará este domingo un histórico décimo título en Roland Garros ante Stan Wawrinka, verdugo de Andy Murray, tras doblegar al austríaco Dominic Thiem por 6-3, 6-4 y 6-0 en dos horas y siete minutos.

Thiem quería convertirse en el tercer jugador capaz de derrotar en tres ocasiones a Nadal en tierra, tras Novak Djokovic (7) y el argentino Gastón Gaudio (3). Su planteamiento de partido fue el mismo que en el Masters 1000 de Roma: golpear a máxima potencia, desde cualquier posición de la pista, para imprimir un ritmo frenético al partido y no dejar pensar al balear.

Pero ya lo advertía Carlos Moyà: el que va detrás tiene que buscar soluciones. Y Rafa las encontró dejando que el austríaco se diluyera en su propia estrategia, siendo paciente y aprovechando las oportunidades.

La Philippe Chatrier no es la Centrale del Foro Itálico. Esta pista se la conoce Rafa al dedillo, un Nadal que llegó a las instalaciones de Roland Garros a las diez  y media de la mañana. Cinco horas antes de su semifinal ante el austríaco Dominic Thiem para poder preparar el partido con tranquilidad. 

Pasadas las seis de la tarde salían a la pista los protagonistas de la segunda semifinal del 'grande' francés. Y empezó como un ciclón Thiem, rompiendo de inicio el saque de Nadal. Perdió de inmediato esa ventaja pero en cada saque del tenista de Manacor, Dominic tenía sus opciones.

Pero en esta ocasión Rafa tenía un aliado para los momentos de apuro: su saque. Ocasiones perdidas (hasta cuatro puntos de 'break') del austríaco que minaban su confianza y aumentaban la de Nadal. "¡Tira, tira!" se gritaba a sí mismo el balear al situarse con ventaja de 3-1.

Empezó a dictar los puntos, buscando los ángulos, abriendo la pista, cambiando alturas y velocidades para impedir que Thiem atacara con comodidad. Seguía golpeándolo todo el pupilo de Gunter Bresnik, intentando decidir los puntos en dos golpes. Y eso puede ser una temeridad cuando la bola vuelve una vez, y otra, y otra...

En 44 minutos, set para Nadal. Excelente notícia para sus intereses, pésima para los de 'Domi': de los 102 partidos a cinco sets que había jugado Rafa en tierra batida no perdió ninguno después de ganar el primer parcial. Tampoco perdería el 103.

Empezó a negar con la cabeza Thiem cuando se dirigía a su equipo. Se había pasado de frenada. Mientras, el nueve veces campeón iba a lo suyo. Haciendo lo que debía hacer en todo momento. Sin perder el respeto al rival pero sabiendo que, si ampliaba las distancias, la resistencia del austríaco menguaría. 

Dominic jugaba con demasiada intensidad, con excesiva aceleración... y eso le llevó a la precipitación, a las decisiones inadecuadas, al golpe menos nocivo para Nadal y a los errores que, con alguien tan sólido en estos momentos como Rafa se pagan muy caros (34 por 22 del español). Con el segundo set en el zurrón, la fruta ya estaba madura.

El tercer set fue un paseo para Nadal: 6-0 en 28 minutos. Severo correctivo para Thiem, llamado a suceder en algún momento a Nadal en esta superficie... pero aún no ha llegado ese día. Todavía tiene que crecer.

Décima final en París (igualando las diez de Bill Tilden en el US Open y la decena de Roger Federer en Wimbledon). Son ya 22 finales de Grand Slam, sólo superadas por las 28 del suizo. Un total de 78 victorias por dos solitarias derrotas en estas pistas. Cifras y más cifras que demuestran la grandeza del tenista de Manacor en Roland Garros.

Además, llega más fresco que nunca al gran día (diez horas, un minuto). Y con menos juegos cedidos que para acceder a sus nueve finales anteriores: su récord eran los 35 juegos con los que llegó al último partido en 2012; esta vez, son 29 los 'games' que han podido arrebatarle sus seis rivales.

Tiene garantizado volver al podio de la ATP: al tres, como mínimo; al dos si se impone a Stan Wawrinka. Pero lo más importante para él es que podrá optar a morder por décima vez la Copa de los Mosqueteros. En lugar de hacer una estatua quizá deberían darle el trofeo en propiedad...