Huir del cortoplacismo tóxico

El Barcelona fue goleado en París

El Barcelona fue goleado en París / Javi Ferrándiz

Ernest Folch

Ernest Folch

Los diagnósticos complejos requieren de soluciones complejas. La debacle de París ha empezado a digerirse y todos los análisis desembocan unánimemente en un punto: el Barça evidenció ante el PSG que se ha alejado demasiado de la idea original que lo hizo diferente y excelente a la vez. En la conclusión están de acuerdo el club, una mayoría aplastante de la prensa no condicionada y también los jugadores, como explicamos hoy en SPORT. No sabemos qué piensa el entrenador del estilo, puesto que cada vez que se le pregunta sobre este punto, o no responde o lo procesa como un complot contra su persona. En cualquier caso, queda claro que el equipo ha desdibujado peligrosamente su modelo y que hay que corregir este rumbo antes de que sea demasiado tarde. La crisis de París obliga al Barça a algo nada fácil, que es hacer compatible recuperar la competitividad a corto plazo con reflexionar sobre el estilo a medio y largo plazo. Si alguien cree que para reparar los escapes en el juego basta con fichar un par de jugadores es que no habrá entendido cuál es la dimensión de lo que está ocurriendo. Es decir, es tan urgente fichar un lateral derecho como conectar el Barça B con el primer equipo, y es tan imprescindible ganar el domingo que viene como saber qué hay que corregir para volver a ser un equipo dominador de los partidos. En el fútbol conseguir resultados es esencial para proteger un proyecto y tener la tranquilidad necesaria, pero mirar solo el resultado conduce a una artrofia parecida a la que padece hoy el Barça, que se ha encontrado que de tanto despreciar la posesión y el control del partido se encuentra sin saber a qué jugar en unos octavos de Champions. El club debe recuperar su identidad, pero para hacerlo posible es básico tener una mirada de largo alcance. Sí, toca luchar por la Liga hasta el final y preparar la vuelta con el PSG con la exigencia de disputar la eliminatoria. Pero toca también huir del cortoplacismo tóxico al que te arrastra el fútbol sin darte cuenta.