Mi verdad

Una patata caliente que quema a los niños

Josep Maria Casanovas

LA FORMA Y EL FONDO. Estoy de acuerdo en el fondo. Es un problema que se tiene que solucionar. No en la forma. Una normativa que se incumple desde el 2006 no se puede zanjar por decreto en una semana. La prohibición de entrar niños en el Camp Nou el día del partido contra el Real Madrid está levantando ampollas. Este no es un tema que debía resolver la junta directiva, este es un problema técnico que debería resolver el director general asumiendo su responsabilidad. Nos parece fuera de lugar que se utilice al presidente para hacer de bombero cuando ha sido el propio club quien ha provocado el incendio. Este conflicto se tiene que resolver mediante un plan de actuación detallado y serio. Con informes y datos. Negociando con la administración. No vale la improvisación. Se hubiese tenido que explicar con rigor el problema a los socios y aportar las soluciones. Todo ello apoyado en una estrategia de comunicación que tampoco ha existido. Se ha lanzado la piedra sin calcular el daño que podía hacer, sin preparar el terreno. Y la consecuencia de todo ello es que han dejado al presidente del Barça solo ante el peligro. Mal asunto cuando Sandro Rosell tiene que dar la cara por un problema que se tenía que solucionar de otra manera. Menuda papeleta la de explicar que se va a prohibir de golpe lo que se ha consentido toda la vida.

UN ERROR ESTRATÉGICO. Toda la polémica desatada se hubiese podido evitar si se hubiesen hecho bien las cosas. La dirección general del club, el departamento de seguridad y el responsable de la comunicación han tenido todo el verano para plantear y solucionar el tema. Cualquier cosa antes que poner este tema como una patata caliente en el orden del día de la junta directiva a diez días de la visita del Madrid. Estamos delante de un grave error profesional que repercute negativamente en la imagen del club y de la directiva. Las formas han fallado de forma evidente. Y cuando fallan las formas, aunque tengas razón en el fondo como es el caso, todo queda difuminado y turbio. La mayoría hemos llevado a nuestros hijos pequeños al Camp Nou para que se sienten en nuestras rodillas. Prohibir ahora a golpe de rueda de prensa lo que antes estaba consentido, tolerado y aceptado, no parece la estrategia más inteligente. Pasar la responsabilidad a la junta y por elevación al presidente nos parece una mala jugada. El problema se ha planteado mal por lo que parece inevitable que deje heridas abiertas. No hay marcha atrás posible, pero sí es necesario buscar la solución menos mala.