LA OPINIÓN

Solo el propio Rosell sabe realmente por qué se va

Joan Vehils

SORPRESA TOTAL. En Madrid ayer se descorcharon muchas botellas de champagne y eso no es bueno para el Barça. Lo que ocurrió anoche es muy grave y tiene una transcendencia mucho más relevante de lo que algunos piensan. Se llame Rosell, Laporta o Núñez, nunca es bueno que un presidente del Barça dimita y menos que salga por la puerta trasera. La repercusión mundial de la noticia daña la imagen del club de manera incalculable. No obstante, Rosell y su junta han hecho cosas buenas en estos casi cuatro años. El club ha ganado títulos, la economía se ha recuperado, las relaciones institucionales han mejorado y ha existido una relativa paz social. Por eso, Rosell se va satisfecho por el trabajo realizado y tranquilo por la decisión tomada, aunque lo deja sin dar explicaciones claras a todos esos socios que en su día acudieron en procesión a votarle. Tampoco fue demasiado explícito con sus directivos. La mayoría se enteraron por la prensa y algunos le recriminaron la precipitada decisión. Seguro que tendrá sus motivos, pero solo Rosell sabe realmente por qué lo deja. Las amenazas a la familia son un argumento de peso pero quizá exista alguno más.

JOSEP MARIA BARTOMEU. El nuevo presidente es un gran tipo y eso es bueno para el Barça. Sin embargo, tendrá que demostrar que es capaz de liderar a unos directivos que en su día entraron porque el candidato era Rosell.