LA OPINIÓN

Luis Enrique y Messi van hacia un choque de trenes

Las declaraciones del asturiano en su presentación ya no gustaron al argentino

Las declaraciones del asturiano en su presentación ya no gustaron al argentino / sport

Joan Vehils

Trato especial. El día que el nuevo técnico del Barça fue presentado, un periodista le preguntó quién sería el líder del equipo. La respuesta fue tan contundente como rápida: “El líder soy yo”, respondió el asturiano sin titubear. Pues esas palabras ya sentaron como un tiro a Messi. El segundo episodio que molestó al argentino fue cuando el club decidió prescindir de uno de los miembros de la oficina de atención al jugador. No lo consiguieron. Messi se plantó y Pepe Costa, amigo personal de Leo, sigue en su puesto aunque dedicando la mayor parte de su tiempo al crack. Más tarde llegaron las dudas en determinadas alineaciones, la controversia con las fechas de las vacaciones, las discusiones, los insultos... En definitiva, no hay vuelta atrás. La situación es irreconciliable y el vestuario lo sabe. Luis Enrique y Messi van camino del choque de trenes. El entrenador y el futbolista son dos tipos con un carácter explosivo. Ambos son orgullosos, cabezones, prepotentes... y eso les hace incompatibles. Hoy, Luis Enrique tiene un nuevo papelón en la rueda de prensa previa al encuentro de Copa que se disputa mañana. Si cuenta toda la verdad dejará en evidencia al jugador pero si miente, tarde o temprano se sabrá la verdad. A Luis Enrique solo le queda pactar con Messi. Es cierto que a los entrenadores no les gusta llegar a acuerdos particulares con sus futbolistas porque temen que el resto de los jugadores se cabreen, sin embargo, con Messi todo es distinto... Ningún jugador pondrá un pero si hay un pacto entre entrenador y futbolista. Todos los miembros de la plantilla aceptarían que Leo tuviera un trato especial. Son conscientes de que es un jugador diferente. Tanto por su manera de ser como por todo lo que aporta al equipo. Por eso, los capitanes, con Xavi a la cabeza, han entrado en escena y hoy intentarán apaciguar los ánimos. Saben que es una tarea casi imposible pero es la única solución. La otra sería destituir al entrenador y eso, hoy por hoy, sería la hecatombe.