¿Qué te pasa, Messi?

Un cóctel explosivo. Vaya por delante que si hubiera justicia, estrictamente desde el punto arbitral, el Barça mereció forzar la prórroga y quién sabe si ahora estaríamos hablando de una remontada heroica y el barcelonismo lo vería todo de forma diametralmente distinta. La mano de Gabi fue dentro del área y, por lo tanto, el penalti clamoroso que el italiano Rizzoli no quiso pitar, hubiera abierto otro escenario. O no, pero por lo menos hubiera dado al equipo de Luis Enrique la oportunidad de depender de sí mismo y defender la condición de campeón de la Champions que se le estaba escapando de las manos. A partir de ahí, lo que hubiera acontecido es ciencia ficción. Por lo tanto, dejando constancia del robo arbitral sufrido, me limitaré a analizar lo que pasó. Y lo que pasó es que el Barça fue inferior al Atlético. Muy inferior en la primera parte y, ligeramente, en el segundo tiempo. La clave estuvo en la pizarra, clara, diáfana, competente la de Simeone y sistemática y repetitiva, la de Luis Enrique. El técnico argentino desconectó a Busquets con Saúl y Koke y con ello la salida de balón del Barça, lo que permitió a su equipo vivir más tranquilo de lo que hubiera podido pensar. Por ahí empezó a ganar el Atlético, que después sumó más intensidad, condición física y concentración al juego. Un cóctel explosivo para el Barça.

Necesitamos a leo. Maniatado por el ‘cholismo’ a nivel de conjunto, al Barça solo le quedaba tirar de sus figuras, que las tiene, las mejores del mundo. Pero no aparecieron. Y debo decir que Messi me dio buenas sensaciones al principio con una arrancada pegado a la cal de la banda derecha y una acción defensiva en la que se corrió el campo entero para evitar que un rival prosperara. Pero fueron dos espejismos. Messi no se encontró cómodo, estuvo demasiado retrasado a partir del momento en que ya era necesario marcar paa volver a la vida. Sé lo que le pasa al equipo, que está fundido y sin capacidad de maniobra técnica, pero no sé lo que le pasa a Messi. Solo sé que sin él no hay goles ni habrá títulos. Lo hemos visto en estos quince días malditos. Recupérate, Leo, te necesitamos.