AL PRIMER TOQUE

El clásico

Alfredo Martínez

El clásico comenzó a jugarse el pasado sábado en La Rosaleda. La durísima entrada de Pepe a Duda, que solo tenía una interpretación válida, la tarjeta roja, permite al central nacionalizado portugués jugar un partido que no merece. Los comités de competición de oficio no entran ni para bien ni para mal. Por supuesto que ni se les ocurrió entrar en esta oportunidad en puertas de un Real Madrid-Barcelona. Casi mejor, para evitar victimismos innecesarios. Lo cierto es que Pepe no merecía jugar y jugará. Solo espero que con la conciencia removida por su última actuación tenga un comportamiento más acorde al juego limpio en el clásico.

O incluso antes, cuando Sergio Ramos reconoce que en la jugada que le sacaron la tarjeta no forzó la quinta amarilla pero en otras sí lo intentó. Curioso el paralelismo con Piqué, que descansó ante Osasuna y sigue teniendo cuatro tarjetas amarillas. Eso sí, si a Gerard o a cualquier otro jugador del Barcelona se le ocurre forzar la cartulina ya estaríamos viendo una y otra vez repetida la acción clamando por una sanción por actitud antideportiva.

La designación de Undiano Mallenco como colegiado para algunos sectores no es buena y empiezan a decir que no es el más adecuado. Que si siempre ha beneficiado al Madrid, que permite el juego duro... Sean quienes sean, de corazón blanco o azulgrana, ya están condicionando al árbitro y las decisiones que pueda tomar se volverán en presión añadida contra él.

Pongo estos claros ejemplos de como se puede ver o no una misma situación desde distintas perspectivas.

Es lo que hay. Los paladines de la objetividad critican a los otros sin mirarse adentro. Los días anteriores al partido periódicos y televisiones que apenas prestan atención a cosas del Barcelona empiezan a estar altamente preocupados por la renovación de Messi o por si pide tantos o cuantos millones más. Son los mismos que critican que desde la acera de enfrente se pida que Pepe debería estar sancionado y no jugar el duelo de la máxima. El clásico se juega en muchos frentes y en muchos ámbitos. La moraleja es que “no critiques y veas la paja en ojo ajeno cuando nunca ves la viga en el propio”.

Miren, la objetividad no existe porque el ser humano si fuera objetivo sería una máquina y todo menos objetivo. Eso sí, me duele los que tratan de dar lecciones de objetividad desde púlpitos y creyendo estar por encima del bien o del mal.

Todo depende del cristal o la perspectiva desde la que se ven las cosas. Eso sí, debería haber una máxima en esto de la información: “No hagas a los demás lo que no te gustaría que te hicieran a ti”. Bajaríamos el nivel de crispación en el ambiente y de enfrentamineto, cada vez más acentuado entre la masa social de uno y otro equipo. A lo mejor eso no vende.

Sería ideal que cada uno se preocupara de sus propios problemas, de sus propios jugadores, de las situaciones de sus clubs y no estar pendiente de lo que pasa en la acera de enfrente o en casa ajena. Pero es mucho pedir. Esta es la condición humana. Llevada en los últimos tiempos a posiciones más extremas. Deberíamos reflexionar un poco todos y rebajar el nivel de enfrentamiento. Ojalá los jugadores el domingo nos den una lección. Ese será otro partido, el clásico de verdad.