VIDEO // Pep se emociona en Santpedor

Ayer en Santpedor, Pep recibió el reconocimiento de su pueblo que le nombró hijo predilecto. Un acto emotivo con el Guardiola más humano

Tomàs Andreu

Pep vivió otra noche grande. En esta ocasión no fue por culpa de una de las ya habituales celebraciones azulgrana. No estaba arropado por los miles y miles de aficionados que peregrinan periódicamente al Camp Nou. Ni tan siquiera el Barça era el protagonista directo del magno acontecimiento. Nada de eso. Pep Guardiola tardará tiempo en olvidar la noche en la que Santpedor le otorgó el reconocimiento de ser hijo predilecto de su pueblo natal. Fue un acto tan simple como cargado de emoción, de esos que traspasan el umbral serio y a veces gélido que públicamente, en sus ruedas de prensa, transmite el entrenador azulgrana. Alejado de las frías salas de prensa o espectaculares aforos, Pep se vino abajo por segundos. Es cierto que fueron unos instantes breves, pero permitieron dar rienda suelta a su sensibilidad, al Josep Guardiola i Sala más cercano, más humano.

Fue una noche increíble que congregó un aforo a reventar. La Sala Can Llovet, con capacidad para poco más de 500 personas, se vio abarrotada. No cabía ni un alfiler. Normal ante la visita del ilustre Josep Guardiola. Pep hizo los honores y llegó puntual y acompañado de su compañera sentimental y sus padres. Por supuesto, familiares y amigos de toda la vida le esperaban entregados.

Desde el inicio, Pep mostró síntomas de cierto nerviosismo. Controla a la prensa, la directiva culé -ayer representada a través de los directivos Yuste y Bagués- e incluso el entorno azulgrana como nadie, pero lo de anoche era diferente. Besos y abrazos por doquier de gente conocida, a muchos de ellos hacía tiempo que no veía, que le dejaron descolocado. Todo eran sonrisas y parabienes que dejaron al descubierto a un Guardiola diferente. Su compañera tuvo que arroparle en más de una ocasión viendo que la celebración iba cautivando al gran homenajeado.

Pero el clímax llegó más tarde. El presidente de la Peña Blaugrana, Toni Valverde, empezó caldeando el ambiente, el regidor, Agustí Comas, no le fue a la zaga y la alcaldesa, Laura Vilagrà, escenificaron un ambiente alejado de los grandes protocolos. Guardiola incluso se atrevió a bromear agradeciendo la entrega de un obsequio en forma de cuadro en lugar de la típicas y tópicas medallas.

Como no podía ser de otra forma, con Guardiola en el escenario, los casi 1000 asistentes al acto -la población de Santpedor no llega a los 7.000 residentes-, rompieron en aplausos. Fueron tan generosos como sinceros y calaron hondo en un Pep que vio entrecortado su pequeño discurso improvisado y que básicamente se centró en dar tres agradecimientos profundos. En primer lugar a sus padres porque una noche, hace poco más de 38 años, dejaron de lado la televisión "para hacer manitas, piececitos y tener una de esas noches locas". Un jocoso comentario que provocó todo tipo de aplausos y sonrisas entre los asistentes.

El segundo tributo fue para "una institución tan maravillosa como el Barça". En este apartado, Pep volvió a dar muestras de su tremenda generosidad. Una vez más, la figura del histórico técnico Oriol Tort, durante décadas el gran cazatalentos de La Masia, mereció un reconocimiento muy especial. Por último, para completar el escenario, llegaron los elogios hacia la actual plantilla y "una junta directiva que me da casi todo lo que pido".

Con el protocolo concluído y a la hora de improvisar sus despedida Pep Guardiola se emocionó. Apenas si emitió un apagado ¡guau! cuando tuvo que para su discurso, hacer de tripas corazón para no soltar algunas lágrimas y pedir disculpas por la emoción del momento. Fue espectacular y acabó por encoger los corazones de todos los asistentes.

Al finalizar el acto, Pep atendió durante unos instantes a la gran cantidad de prensa que recogió el acontecimiento. Fueron momentos para ratificar sus agradecimientos, aunque declinó hacer comentarios sobre la actualidad deportiva. No era noche para polémicas. Era simplemente diferente, especial, en casa y con los suyos. Era la noche de Josep Guardiola, no la del entrenador del Barça.

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