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Mercè Cubells agranda la leyenda de su padre, el heroico conserje del FC Barcelona

Mercè, la hija de Josep Cubells, el heroico conserje que se jugó la vida en el bombardeo de la sede social en 1938, desvela algunos pasajes inéditos de la vida de su padre

Mercé Cubells, la segunda hija del heroico conserje del FC Barcelona Josep Cubells, atendió a SPORT en su domicilio. En la imagen, con una bandera del FC Barcelona (3 x 1,5 m) que ondeó en la sede social del Club en la década de los años veinte

Mercé Cubells, la segunda hija del heroico conserje del FC Barcelona Josep Cubells, atendió a SPORT en su domicilio. En la imagen, con una bandera del FC Barcelona (3 x 1,5 m) que ondeó en la sede social del Club en la década de los años veinte / sport

david salinas

El FC Barcelona cuenta con muchos héroes. Los hubo sobre el césped, en los banquillos, en los despachos… Y los hubo también lejos de los focos mediáticos que, con trabajo, abnegación e inquebrantable compromiso pusieron su vida al servicio del Club. Uno de ellos fue Josep Cubells i Bargalló, conserje durante 33 años (entre 1927 y 1960). Hoy, su hija Mercè, de 87 años, enriquece el anecdotario azulgrana con pasajes inéditos hasta el momento. ¿Quién salvó a su padre de la bomba que cayó en la sede social del Barça en 1938? ¿Cómo se recuperaron las 2.500 pesetas entre los escombros? ¿Qué escondía el chalet del Passatge Méndez Vigo en el sótano? ¿Cómo entraban los jugadores y directivos en la dependencia del Club sin ser vistos? ¿Con qué objeto se fue Cubells entre las manos el día de su muerte?

Josep Cubells (Barcelona, 04.06.1900 – 04.12.1960) fue el responsable de la conserjería del FC Barcelona en las sedes de la Plaça del Teatre 2 (allí hizo su primera guardia el 29 de junio de 1927), Via Laietana 28, Diputació 254 (junto al Passeig de Gràcia), Consell de Cent 331 y Passatge Méndez Vigo 4. Empezó a trabajar como dependiente en un comercio de ropa. Allí conoció a Josep Vidal-Ribas, entonces vicesecretario del FC Barcelona y futuro presidente azulgrana en 1942. Fue él quien lo recomendó como conserje en 1927 al secretario Frederic Roura. Sin saber nada de fútbol y sin haber estado nunca en un campo, Cubells se entregó a partir de entonces en cuerpo y alma al Barça por 275 pesetas mensuales y una habitación gratuita en la sede de la calle Diputació.

Recuerdos de unos tiempos imborrables

Casado con Pepita Artigas, el matrimonio tuvo tres hijas: Carmen, Mercedes (Mercè) y Josefina. La mediana y la pequeña nacieron en las sedes sociales de la calle Diputació y Consell de Cent respectivamente. Mercè vino al mundo el 7 de noviembre de 1929 y a sus 87 años mantiene vivo el recuerdo de aquellos tiempos inolvidables.

"Mi padre sacrificó su vida por el Barça y estuvo muy cerca de la muerte durante la guerra"

“Mi padre sacrificó su vida por el Barça y estuvo muy cerca de la muerte durante la guerra”, rememora, refiriéndose a los hechos acaecidos la noche del 16 de marzo de 1938, cuando bombarderos Savoia de la aviación fascista italiana castigaron sistemáticamente la ciudad de Barcelona hasta la tarde del día 18. Uno de los proyectiles alcanzó la sede azulgrana de Consell de Cent. Con Cubells en su interior. El reloj marcaba las 23.30 horas.

Una bomba destruyó la sede del Barça

Mercè todavía se emociona cuando relata lo sucedido. “Mi padre estaba solo. Mi madre y mis hermanas nos habíamos trasladado a una casa de payés que unos conocidos tenían en Sant Martí de Maçana. Nos contó que se salvó gracias a unos vecinos. Se había protegido junto a ellos en un subterráneo delantero del edificio la noche del bombardeo, afectado después por el impacto. Allí, una niña pequeña se puso muy pesada, lloraba, se quejaba a sus padres. Tenía frío y sueño. Pobrecita. Quería irse a casa... Y se fueron todos, aunque siguieran cayendo bombas. Papá fue entonces a la parte trasera del piso para hacer la ronda de todas las noches y poco después oyó el silbido de un proyectil. Y el mundo se le vino encima... La parte delantera del inmueble, donde se supone que debían permanecer todos hasta escuchar la señal de que ya no había peligro, se vino abajo. Esa niña le salvó la vida. A él y a varios, aunque la maldita bomba se llevó por delante a cinco vecinos… Quedó conmocionado. Se incorporó como pudo y lo primero que hizo, después de ver el estado en el que había quedado todo, fue avisar a algunos empleados para salvar el patrimonio del Barça. Copas, papeles, recuerdos, mobiliario… Todo estaba entre los escombros”.

2.500 pesetas salvadas de los escombros

Cubells rápidamente tomó conciencia de lo sucedido y se alzó como paladín del barcelonismo para actuar con rapidez y valentía. Se impuso la misión de salvaguardar aquello de lo que era único responsable. Lo recogió todo, sirviera o no, pero esa madrugada nada quedó a la intemperie ni a merced de milicianos ni  ladrones. Quedó depositado en un almacén de la Gran Via. Mercè apunta también que se rescataron 2.500 pesetas, pero precisa que fue gracias al cajero Sr. Carbonell. “Papá había hablado con mamá y le dijo que avisara al Sr. Carbonell, pues solo él sabía dónde estaba el dinero. Así  lo hizo. Y el cajero, para no levantar sospechas porque lo buscaban los milicianos, se vistió de mujer y accedió a las ruinas para recuperar el capital, escondido en una tubería”. La nueva sede social pasó a estar ubicada poco después en la Ronda de Sant Pere 2 (1938-1939) y en la Gran Via 629 (1939-1941). Durante este tiempo Cubells no ejerció de conserje por no albergar los nuevos destinos espacios habitables, pero siguió vinculado al Barça ejerciendo diversas ocupaciones, como la de cobrador.

Durante los años de la guerra Mercè vivió en Sant Martí de Maçana y, junto a su madre y hermanas, se desplazaba a Barcelona dos o tres veces por semana para ver a su padre. En los viajes traían hortalizas, fruta, pollo, conejo, huevos y otros productos de estraperlo. “En la ciudad apenas había comida y nos la pagaban muy bien”, recuerda.

Cubells solicitó su ingreso como conserje y el vicepresidente Josep Vidal-Ribas, su amigo, le dijo que si encontraba un lugar idóneo, sería readmitido en su antigua función. Y lo hizo en un santiamén. Localizó el chalet del Passatge Méndez Vigo un día de 1941, cuando de su interior sacaban muebles. El edificio, de la Cruz Roja, fue alquilado rápidamente por el FC Barcelona en abril de ese año.

Su marido escondía el dinero debajo de la cama

Mercè rememora que cuando se casó, con Rafael Rico, pastelero de profesión y después taquillero del FC Barcelona, siguió viviendo en la sede social de Méndez Vigo: “Instalamos un cuarto en la terraza y allí nació mi primer hijo, que murió… Después llegó Esteve”. También visualiza la llegada del dinero que se recaudaba los días de partido. “Rafael llegaba en taxi, con una maleta que no cabía en la caja, así que la escondía debajo de la cama y al día siguiente la llevaba al banco”, dice.

Un 'tesoro' en el sótano de Méndez Vigo

La segunda hija del conserje también rescata otro momento: “¿Sabe que había un ‘tesoro’ en el sótano? Muy poca gente sabía de la existencia de una gruta con una mina de agua natural, fresca, buenísima... Junto a la caldera de carbón había una escalera de unos cinco o seis metros que descendía hacia abajo y por allí pasaba el agua. Algunos jugadores del primer equipo sabían el secreto y cuando venían a cobrar o hacer alguna gestión no dejaban la oportunidad de refrescarse”. También le vienen a la memoria la pareja de gatos siameses que durante un tiempo compartieron sus vidas: “Se llamaban Xut y Gol. Fueron las mascotas del FC Barcelona”.

Ayudó el Barça en múltiples facetas

Mercè dedicó mucho tiempo al Barça. Ayudó a su padre a repartir correo, a acompañar a esposas de jugadores recién llegados a conocer la ciudad y de tiendas, a responder a socios que llamaban por teléfono ávidos de conocer el resultado del FC Barcelona, tanto si jugaba en casa como fuera… “Aún me veo encima de la mesa, sentada, atendiendo a la gente. ¡Dos a cero, ha ganado el Barça!, decía… Solo había tres líneas, pero no paraban. No habías colgado cuando volvía a sonar”.  Otra de sus tareas consisitió en llevar botellas de cava (por Navidad) a los agentes de la Guardia Urbana que controlaban el tráfico en Lauria-Consell de Cent. “Me enviaba el secretario general, señor Maluquer. El dinero de esta partida, así como la de los lotes navideños que recibían los empleados salía de la venta del papel que se acumulaba en la sede social a lo largo del año y se vendía al trapero”, dice.

Doble entrada

Los recuerdos de esos buenos tiempos se le acumulan. “¿Sabe que había directivos y jugadores que cuando no querían ser vistos entrando en Méndez Vigo utilizaban nuestra vivienda para acceder a las oficinas o a las taquillas? Entraban por nuestro comedor o habitación… ¡Teníamos al Barça en nuestra casa! Así se cerró algún fichaje o se llevaron a cabo reuniones fuera de agenda. Mis padres pasaron muchas noches en vela esperando que terminaran esos encuentros”. Agrega que “uno de los más asiduos en Méndez Vigo era Samitier. Siempre que me veía me tiraba cariñosamente del pelo y me decía “¡hola petita!” Solía entrar casi siempre por la vivienda, para no ser visto”.

"En las taquillas, en la misma sede, se formaban largas colas y, en ocasiones, muchas broncas, que terminaban cuando, desde el tejado, tiraba cubos de agua para que la multitud no forzara la puerta"

Otros recuerdos que le asaltan a Mercè son “las colas que se formaban en Méndez Vigo, en las taquillas… Había mucha gente y se originaban broncas cuando alguien intentaba colarse. En una ocasión tuve que subir al tejado y tirar cubos de agua para que la multitud no forzara la puerta”. También recuerda que “monté una pequeña tienda en mi habitación. Hacía pantallas para lámparas y otras cosas. Después, como tenía mucha clientela, especialmente las mujeres de jugadores y directivos, vendía medias de nailon, que estaban de moda. Hasta que en la calle Lauria con Consell de Cent monté una tiendecita con la cocinera del Dr. Arruga, un oftalmólogo que tenía la consulta muy cerca de nuestra casa”.

La vida tras el Barça

A partir de ahí Mercè entró en otro mundo: el de los negocios. Y con éxito. Sacó adelante la tienda, una granja y más adelante otros establecimientos de restauración. Al mismo tiempo, fue adquiriendo bienes inmuebles a modo de inversión. Se multiplicó, como en los tiempos vividos la sede social del FC Barcelona. Esta frenética actividad la ayudó a pasar página de los buenos pero también duros tiempos en azulgrana, terminados a principios de los setenta, con la llegada de Agustí Montal a la presidencia. A partir de entonces el Club prescindió de la familia Cubells, a la que indemnizó con 100.000 pesetas para que dejara de vivir en la sede social.  “El presidente fue muy ‘amable’… Creía que con ese dinero podíamos empezar de nuevo”, recuerda. El marido de Mercè, sin embargo, siguió trabajando para el Barça hasta que se jubiló en 1981. La relación contractual de los Cubells con el FC Barcelona duró 54 años...

La muerte de Cubells

Cubells falleció en el Hospital de Sant Pau el 4 de diciembre de 1960 tras perder la batalla contra un cáncer de pulmón. Se fue acariciando entre sus manos un muñeco del Avi Barça. “No quería que nadie lo tocara”, apunta su hija, para agregar que “su entierro fue multitudinario. El féretro salió de Méndez Vigo y, no exagero, los ojos no alcanzaban a ver el final de la comitiva. Hay unas imágenes tomadas en la calle Aragó que así lo atestiguan. Mi padre fue una persona muy buena, noble y querida”, suspira Mercè.

El FC Barcelona, en enero de 2012, bajo la presidencia de Sandro Rosell, homenajeó a Josep Cubells, así como a otros héroes anónimos pero siempre leales servidores de la entidad. Un acto que, en el caso particular de Cubells, emocionó a Mercè y a su hermana Josefina: “Fue la primera vez que el Club se acordó de mi padre, de todo lo que hizo. Le estoy muy agradecida a Sandro Rosell por esa atención”.

"Mi padre murió con un muñeco del Avi Barça en las manos. No quería que nadie lo tocara... Fue una persona muy buena, noble y querida"

Mercè, hoy, radicada en Palau-solità i Plegamans, no ha olvidado a su progenitor ahora que van a cumplirse 56 años de su muerte. Como tampoco ha olvidado a su madre, hermanas y marido. En el recibidor de su domicilio tiene un pequeño museo de recuerdos, todos en clave azulgrana. Recortes, fotos, objetos, una camiseta (firmada por jugadores), una bufanda… “No hay noche que no sueñe con esos tiempos”, solloza.

Ha donado su vivienda al FC Barcelona

Mercè ha donado su vivienda al Baça. Así consta en el testamento. Es su manera de devolver al Club lo que éste hizo por su familia. Por todo lo que les dio. Un gesto inusual en nuestra época. Un gesto que habla de bondad, gratitud y sentimiento. Sentimiento de aquellos que sintieron al Barça como parte propia, aunque para encontrar la esencia del palpitar que todavía vive en la hija de Cubells haya que retroceder a tiempos hundidos en el pozo del olvido.