El líder exhibe músculo en Montilivi

Jordi Alba, ante Iraizoz, que evitó un resultado mas abultado con sus intervenciones

Jordi Alba, ante Iraizoz, que evitó un resultado mas abultado con sus intervenciones / sport

Ivan San Antonio

Ivan San Antonio

El Barça, club amigo antes y después del partido, no se apiadó de su amigo en Montilivi. Los de Valverde ganaron claro, justo y sin concesiones. Con un fútbol sólido, esculpido a mano por el Txingurri e interpretado por sus futbolistas con objetividad y profesionalidad. El líder lo seguirá siendo y va camino de serlo mucho tiempo

Girona se divide entre quienes son del Barça y quienes son del Girona. El ascenso ha variado los porcentajes, pero la mayoría son de ambos, a días  pares e impares o lo que cada uno elija, que por eso tienen derecho a decidir. Una esquizofrenia colectiva que ofrece ambientes tan espectaculares como el vivido en Montilivi. Rojiblancos y blaugranas mezclados entre familias y amigos sin atisbo de fractura social alguna. Puigdemont, President de Catalunya y exalcalde de Girona, ayer en el palco y recibido commo unhéroe, es la mejor prueba. 

Fútbol y política de la mano en  un partido especial por el momento que vive el país. Para todos menos para los futbolistas, que saltaron al césped, los de uno y otro lado, a competir. Intensidad. Fútbol en mayúsculas. Y en cabeza Paulinho,  un tierra, mar y aire al que le falta  campo. Junto a Messi, Rakitic e Iniesta dominaron el centro del campo y pronto lanzaron un ataque letal sobre Gorka Iraizoz, un portento. Primero le sacó una mano a Aleix Vidal, luego otra antes que rematara Suárez. El uruguayo, durante el primer tiempo, mantuvo esa mueca que le impide ser feliz al cien por cien. Leo Messi estaba en todas.  Como siempre. Iraizoz tuvo que enviar un lanzamiento de falta suyo a córner. También lo machacaron a fueras de juego. En el otro área el Girona llegaba más por fuerza y convicción que por combinación. Ter Stegen tuvo trabajo y lo resolvió con solvencia.

El gol tenía que llegar en la meta de Iraizoz por insistencia. Aunque fue Aday quien lo marcó en propia puerta. Córner largo para la volea de Alba que acaba impactando en el jugador del Girona. Gorka no pudo hacer nada. Demasiado había hecho hasta el momento. Luis Suárez empezó a dejar de preguntarse a qué huelen las nubes cuando le cayó un centro de Aleix Vidal que acabó en el 0-2. Las discusiones en directo hablaban sobre otro gol en propia puerta, esta vez de Iraizoz. Douglas respondió con un cabezazo fuera para intentar recortar diferencias, pero el reloj anunciaba, poco a poco y sin misericordia, que la fiesta había llegado a su fin. Quedaba tiempo y ganas, pero enfrente estaba el Barça. Y la resurrección del charrúa, que, esta vez sí, no permitió dudar a nadie. Recibió, encaró a Iraizoz y fusiló. Suárez ha vuelto.

A los de Machín les costaba demasiado llegar claro como para inquietar, tanto como peligro insinuaba el Barça cada vez que tocaba el balón Messi. Rodeado de cinco, seis y hasta siete futbolistas, mantuvo el cuero pegado al pie y, cuando lo perdió por la presión rival, Montilivi lo celebró como un gol. El objetivo no era ya ganar, sino demostrar que el Girona es de Primera. Y lo son, merecidamente. Incluso merecieron irse con algún gol al vestuario tras acabar los últimos minutos apretando sobre la portería de Ter Stegen. Les faltó acierto. El Barça, por su parte, sólido, ordenado y con el ideario esculpido en las botas de cada jugador, no sufría. Hay líder. Y pinta que lo será mucho tiempo. Huele a equipo campeón.